Racing pierde cuando juega mal y hasta cuando merece ganar, lo que genera un problema de difícil solución, porque si bien se han visto algunas mejoras, el equipo sigue teniendo imprecisiones y desatenciones que lo terminan complicando.
Ya estamos sobre el final y el tiempo que es escaso señala
que se deben tomar determinaciones muy importantes en un plantel que durante
este año no supo responder a las exigencias y si en algunos momentos generó
cierta ilusión, no fue más que un sentimiento, fugaz, engañoso, porque ocultó la
angustiante y triste realidad que envuelve a la mayoría de sus jugadores, quienes
siguen sin poder superar anímicamente la primera situación negativa que sufre
el equipo.
Entrenadores con conceptos distintos no han podido
darle al equipo una idea de juego clara y si bien Pizzi, en base a resultados, logrados fundamentalmente
por el extraordinario nivel de Arias y la buena actuación de su línea de fondo,
pudo llegar a jugar la final del torneo, la misma fue disputada de una manera inadmisible,
dejando pasar la gran oportunidad para jugar la Libertadores, lo que origino el
principio del fin que arribó después de perder el clásico.
Cuando todos pensábamos en un técnico que pudiera
revertir esta situación, llegaron racinguistas de alma como Úbeda, Arano y
Fleita, con el fin de dar una mano en un momento complicado, pero la aparente
alegría del comienzo fue efímera y todo volvió a ser un desorden, con confusas intervenciones
de los referentes a la vista de todo el mundo, demostrando que el síndrome de
la derrota había hecho estragos en muchos jugadores, quienes por su propia
incapacidad para superarse se fueron entregando sin luchar, sin rebeldía, lo
que derivó en un derrumbe de lo mejor que tenía el equipo, su fortaleza defensiva.
La desesperación llevó a la CD a elegir a Gago, un técnico
sin mucha espalda para lidiar con un plantel destruido anímicamente y sin un
rumbo claro, la idea de un Racing más ofensivo y de mayor asociación en el
juego se puso en práctica rápidamente.
A la inversa de Pizzi, el juego ha mejorado pero no
en los resultados y es sumamente difícil cargar con esa mochila para un técnico
que venía con antecedentes negativos y para un plantel que no concreta lo poco
que construye.
Así y todo y a mi gusto, la producción de Racing en
el encuentro de anoche fue la mejor de la era Gago, porque se vio con más claridad
lo que pretende el técnico, con movimientos y asociaciones que no se venían dando,
con buena circulación de pelota y con un mejor estado físico, que se reflejó en jugadores como Pillud de muy
buena actuación, en Miranda, rápido, ágil y de buen rendimiento y en el chico
Alcaraz, la figura de este Racing, quien además de lograr el gran gol de tiro
libre, con su habilidad rompió líneas en la ofensiva, generó el penal que lamentablemente
desperdició “Licha” y fue víctima de varias infracciones hasta salir lesionado.
Es realmente cierto que todo esto necesita de concreciones
para ir ganando confianza y seguridad, pero cuando además de no ser preciso en lo
que se gesta, como por ejemplo lo fue Lisandro, con una actuación errática y
frustrante, se siguen cometiendo errores groseros como el que llevaron a cabo Neri Domínguez y Gabriel Arias, regalando entre ambos el segundo gol de Colón,
que desordenó al equipo y lo destruyó mentalmente y así es muy dificultoso
progresar.
Hay jugadores como Copetti, que se equivoca en los
pases y controla mal, que además sufre esa posición de “wing” porque aunque gana
alguna pelota larga la termina de mala manera, porque no es lo que mejor hace y
entonces por momentos aparece como desorientado.
Lo mismo sucede con Correa que vive insinuando, pero
nunca llega a convencer y Racing definitivamente necesita un hombre de peso en
el área, que tome mejores decisiones, que se haga sentir más, sobre todo con esta
propuesta que es más ofensiva y tiene más llegada al área rival, por lo que
creo que Lisandro podría volver a ocupar esa posición acompañado por Cvitanich o
por el mismo Copetti.
Con todo respeto quiero expresar lo que sentí viendo
a Chancalay frente a Colón y es que en cada uno de estos encuentros tuvo un nivel
bajísimo y en pocas las jugadas que inició bien, las finalizó casi siempre mal,
digo esto porque quizás sufre algún proceso emocional cuando juega contra su ex
club, situación que puedo llegar a entender, pero no aceptar.
Por último Gago y sus cambios, que a mi modo de ver
siguen siendo en algunos casos contradictorios, aun entendiendo que él y sus
colaboradores están a diario con el plantel, me llevan a preguntarme cuáles son
los méritos que lleven a la cancha a Garré como un reemplazo que influya en el
partido cuando salvo aquel partido que entró e hizo el gol, nunca le encontré virtudes
positivas.
Pero respecto a Córdoba por Lisandro, sería
irrespetuoso de mi parte decir algo sobre el chico, a quien prácticamente no lo
vi jugar en reserva.
Finalmente pienso que sin dudas Racing mereció mejor
suerte, pero sigue siendo un equipo de contrastes, con algunas luces que dejan
ver una mejora en lo que respecta al juego y el aspecto físico, pero con muchas
sombras en lo relativo al rendimiento en la mayoría de sus jugadores, que lo
han llevado a vivir este presente con más penas que alegrías.
Claroscuros de un Racing sin tiempo, que obliga a Gago y a los dirigente a tomar decisiones definitivas ya que no le queda mucho plazo para seguir probando, porque el año se termina y hay muchos jugadores del plantel que por distintas circunstancias no tienen definido su destino futuro y eso no contribuye positivamente, porque lo único que consigue es alimentar el desinterés que afecta en el rendimiento.
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