lunes, 11 de febrero de 2019

Cuando la cabeza no funciona, el cuerpo no responde.

Como entender el partido que jugó ayer Racing en el Monumental.

Bueno, jugar es un decir, simplemente trató de luchar para no perder el partido, frente a un River que siempre intentó ganarlo, aunque en el primer tiempo realmente no había hecho demasiado, pero había tenido un par de oportunidades, que a no ser por Arias hubiera abierto antes el marcador.

Hasta que llegó el tiro libre fatal para un equipo frágil de la cabeza, que convierte Quintero clavándola en un ángulo, al casi igual que lo hizo Rubén Capria en aquel recordado gol a Chilavert, y a partir de ese momento, el poco resto anímico que tenía fue desapareciendo hasta el final del partido.

Prácticamente sin tener alguna situación de gol, sin molestar a un Armani que no le permitió a Coudet hablar de él, Racing se fue derrumbando en la cancha, corriendo sin ton ni son y perdiendo la mayoría de las pelotas que recuperaba, simplemente porque nadie se mostraba, porque todos la perdían cuando jugaban la individual y porque ninguno pudo hacer la diferencia, para por lo menos pensar que tenía alguna posibilidad de descontar.

Por supuesto que el gol en contra de Donatti fue lapidario en todo sentido, pero se podía ver que cualquier pelota larga sobre la espalda de Saravia, cabeceada o no por Pratto, era una ocasión especial para un Borré que con su velocidad desorientaba a la defensa racinguista.

Desde mi punto de vista y solo como hincha, creo que el equipo careció de confianza y fue muy respetuoso de su rival, es decir no se animó por las razones que sean, a decir aquí estoy yo, soy el candidato a campeón y casi con seguridad esto pasa porque pareciera que la historia le sigue ganando al presente, cualquiera sea y si no logra sacarse esa idea de la cabeza, ganarle a River en su cancha le va a costar cada vez más.

Escuché a Coudet decir entre otras cosas: “No puedo generar en mis jugadores lo que pretendo y que se ejecute el partido de la manera que lo preparamos”.

Este mea culpa asumiendo la responsabilidad, es clásico en las declaraciones de un técnico que pierde de esta manera, pero hay algo que siempre se puede leer entre líneas y es que no se entiende como después de un largo tiempo de trabajo los jugadores no pueden interpretar y ejecutar lo que él prepara.  

Esa falencia posiblemente sea lo más importante a corregir porque puede ser determinante para el futuro, sabiendo que cuando la cabeza no funciona, el cuerpo no responde.

Sabemos que por un partido no se puede ser tan extremista ni lapidario, pensando que su prédica en todo el torneo ha sido en vano, pero hay que fortalecer ciertos aspectos que posiblemente pasen más por la mente que por lo táctico y estratégico, porque duele y mucho esta derrota frente al mismo rival y en el mismo escenario.

Y como si eso fuera poco, se sumó la actitud de rebeldía de Centurión, a quien parece que tampoco le funcionó la cabeza, cuando a la vista de todos tiene una acción reprochable para con el “Chacho”, lo que suma un inconveniente más en un día negro para el plantel.

Obviamente no avalo esta acción, que no le hace bien al grupo, pero no niego que como hincha siempre dije que Centurión es muy importante para el equipo, por eso escribí en twitter y vuelvo a repetir que este,  podía ser el partido para que vuelva a ser aquel que todos esperamos, porque tenía dos motivos, uno como profesional de Racing y otro por ser hincha de Boca, aunque nos duela.

Ahora, como Coudet está todos los días con el plantel, hay que respetar sus decisiones, como por ejemplo la de ubicar a Cardozo en su lugar, un jugador sin ritmo futbolístico por los pocos minutos que está teniendo en cancha y el resultado se pudo ver en sus imprecisiones.

Como digo eso, también pienso que no es justo señalar solo a Cardozo, porque hoy la verdad, salvo Arias, se hace difícil rescatar un jugador que no haya estado muy por debajo de su nivel, lo que se tradujo en un equipo que no supo tener la pelota, que daba todos los pases mal y que perdía en lo individual por lo que podríamos decir que no se salva ninguno.

Fue como ver a un Racing perturbado mentalmente frente a un River liberado, quizás por la carga de responsabilidad con la que convive desde que se posicionó como líder del torneo.

El equipo no sabía cómo avanzar, como generar una jugada de peligro en ofensiva, viendo incluso, sobre todo en el segundo tiempo, como corrían todos detrás de los rivales, sin encontrar respuestas ante un equipo, que sin hacer un brillante juego se movía con soltura.

Como hincha esperaba otra cosa y aun sabiendo que con River nos cuesta, en este momento me imaginaba un equipo y un planteo del golpe por golpe, provocando al rival, tratando de decirle aquí estamos, aunque hubiera sido con una goleada en contra, porque al final de cuentas este resultado, aún bajo en goles, personalmente me afecta mucho más por la falta de reacción y de rebeldía, ante la adversidad.

Así y todo seguimos punteros, en soledad o quizás con compañía, pero hay que seguir alentando, esperando que Coudet y sus dirigidos puedan superar lo más rápido posible este mal momento y de esa manera volver a recuperar la confianza, la convicción que le permita a Racing retomar el juego intenso y seguro que supo mostrar hasta no hace mucho, para volver rápidamente a la senda del triunfo.

Hasta pronto.