sábado, 1 de octubre de 2022

Fue el triunfo de cambiar a tiempo y de entender como jugar.

El fútbol es un juego impredecible, por lo tanto nunca se puede vaticinar lo que va a pasar y Racing fue una muestra de ese concepto, llevándonos a los hinchas de la tristeza y la angustia del primer tiempo a la gloria y a la felicidad del segundo con un triunfo grandioso, que raya lo heroico.

Racing comenzó el partido ejerciendo su dominio ante un Central que como otros equipos esperaba su momentos para sorprender, pero en una jugada donde el árbitro frena el juego por un choque de cabezas, Sigali ya había perdido ante Veliz la disputa de una pelota ante Veliz y esa imagen fue como una señal que anticipaba un nervioso primer tiempo, pero el inesperado gol de Alcaraz, que lo consigue cuando un rechazo de Rodríguez en su afán de querer despejar un centro de Romero pega en su cuerpo y la pelota se introduce en el arco ante la sorpresa de Broun.

Ese tanto quizás llevó a Racing a pensar que todo se facilitaría, porque la posesión del balón era casi total, pero no llevaba ningún peligro al arco rosarino ya que todo se limitaba a tocar la pelota en la mitad de cancha, donde los centrales académicos la tenían más que sus volantes y delanteros.

Mientras ese juego insulso y lento iba desconcentrando al equipo, Rosario Central con la velocidad de sus delanteros y la capacidad de Blanco y Buonanotte,  comenzó a encontrar en la defensa racinguista, distracciones y una suma de fallas en las marcas y relevos que le dieron no solo la posibilidad de llegar con facilidad al arco, sino concretar con goles las llegafas que tuvieron, lo que se iba a convertir en una profunda pesadilla.

Y en quince minutos Almada, Buonanotte y Veliz le daban al canalla un triunfo parcial inesperado, ante un Racing que en ese primer tiempo, solo llegó con un disparo de Hauche que desvió Broun a los treinta y dos minutos.

No se podía entender como el equipo se había descontrolado tanto, con un juego donde parecía hacerlo más como compromiso que estar jugándose el campeonato, lo que a muchos, como en mi caso nos hizo tener sentimientos negativos por esa sensación de disgusto, que dejé escritos en algunos tweets, por lo que era difícil esperar un cambio, pero en el segundo tiempo Gago envía a la cancha a Vecchio, Carbonero y Cáceres por Mura, Hauche y Jonathan Gómez, estos tres de muy bajo nivel, aunque dentro de un equipo donde ninguno había llegado a sobresalir.

Pero desde el primer minuto Racing fue otro, desde el juego y desde la actitud, sobre todo por la seguridad en el juego de Vecchio, quien comenzó a manejar los hilos de un equipo que ya se sentía más confiado y con un Carbonero más cerca de lo que fue en Gimnasia, fue a buscar lo que parecía muy difícil ante un Rosario Central que, quizás sintiéndose seguro por los goles de diferencia, esperaba en su campo y se dedicó más a hacer tiempo que a jugar.

Con su calidad y su claridad Vecchio fue contagiando a sus compañeros y Gago envía a la cancha a Oroz por Alcaraz para darle más variantes a la ofensiva, un cambio que tuvo mucho que ver con la levantada en este período, que comenzó a verse reflejado en el juego y a los veinte minutos una pelota cruzada de Insúa al segundo palo es bajada por Oroz de cabeza para Vecchio, que había pisado el área y de derecha la clava junto a ese poste.

El gol de Vecchio fue un duro golpe para Central, pero un estímulo para Racing  porque fue el inicio de la remontada que iba a continuar dos minutos más tarde, cuando justamente el ex Central desde la derecha envía un preciso centro para Romero, (en su mejor partido) quien ante una floja salida del arquero, de cabeza convierte el empate, una gran inyección anímica para un Racing que ya no se conformaba con la igualdad y que apoyado por todo el Cilindro iba en busca del triunfo.

Los hinchas tuvieron mucho que ver también en la elevación anímica del equipo porque lo respaldaba con su aliento en esta continua búsqueda del milagro y sus jugadores lo entendieron en todo este segundo tiempo y la estructura defensiva de los rosarinos se iba resquebrajando, sobre todo por la derecha con Rojas y Oroz y con Mena, que era una máquina y Carbonero por la izquierda.

Pudo haberlo logrado en un tiro libre de Rojas, que desvía con esfuerzo Broun o la posterior jugada donde Carbonero le gana a Vergara y al frenarse dentro del área, el marcador lo engancha y le comete un claro penal, pero al levantarse enseguida todo terminó diluyéndose (jugada que el VAR no revisó).

Racing buscaba desde todos lados y sobre la hora, de un tiro de esquina donde Carbonero toca corto para Oroz, este envía un centro al primer palo para que Moreno anticipándose a todos de cabeza convierta lo que sería el gol de la hazaña, el gol que aceleró nuestros corazones, el que desató el delirio de todos los jugadores, del cuerpo técnico y de los racinguistas, que veíamos como el volante central de Racing y ex NOB, a través de su llanto mostraba sus emociones (Un gol similar al que logró Copetti ante Unión con centro de Matías Rojas.)

Fue el triunfo de cambiar a tiempo y de entender como jugar estos partidos, esperando que esta victoria le sea útil a Gago (salvo por lesión u otro problema, Vecchio y Carbonero no pueden estar en el banco) y al plantel (debe responder con rebeldía, con actitud y con carácter desde el comienzo) para afrontar los encuentros que se vienen y que son finales.

Estamos ahí, no hay que aflojar.

Vamos Racing carajo!

Hasta pronto.