domingo, 6 de marzo de 2011

Lo que pudo ser una fiesta inolvidable, se convirtió en una noche de brujas.

Creo que la primera palabra que dijimos al nacer los hinchas de Racing, no fue mamá sino “sufrir”. Por eso forma parte de nuestra “académica” vida.

El partido a priori no era fácil. Cuando los equipos chicos vienen en racha positiva

se agrandan anímicamente, se multiplican en el campo y se hace muy complicado ganarles.

Sin embargo anoche todo comenzó como para que el hincha de Racing pudiera vivir una jornada inolvidable.

El equipo desplegó durante el primer tiempo un juego brillante, lucido, ordenado y contundente, con jugadores de alto rendimiento en todos los sectores del campo. Martínez, Yacob, Toranzo de muy buen partido, Litch – además con una sutil definición en su gol, Luguercio despierto y oportunista y así en general vimos a todo un equipo que funcionó casi a la perfección Fueron tres goles pero pudieron ser más ante un Olimpo desorientado que no sabía como frenar a Racing y que prácticamente no molestó a De Olivera.

Y parecía que en el segundo tiempo la fiesta continuaba, ya que a los dos minutos, el colombiano Teofilo Gutierrez mostró su clase para poner el cuatro a cero.

Y aquí se produjo un quiebre. Racing se relajó creyendo que todo estaba liquidado y Olimpo se jugó a todo o nada. Que podían perder.

Y el fútbol tiene estas cosas. Así como Racing en 15 minutos ganaba tres a cero, Olimpo en ocho minutos se ponía a solo un gol de diferencia.

Y allí fue donde lo que pudo ser una fiesta inolvidable, se convirtió en una noche de brujas.

Racing sorprendido no reaccionaba. Pareciera ser que después de una gran comilona, la modorra es inevitable.

El “empacho de goles “ del primer tiempo nos llevó a una profunda somnolencia que duró desde los cinco hasta los treinta y cinco minutos, la hinchada -que también estaba sumida en un profundo letargo-, despertó bañada en transpiración para comprobar si era una pesadilla lo que estaba viviendo y apeló al grito sagrado para espantar los fantasmas que acechaban el cilindro.

Estamos para prendernos en la lucha por el torneo, pero tampoco tenemos tanto recambio. Me parece que cuando Olimpo hace el primer gol Zuculini debería haber entrado y conformar una línea de cuatro en el fondo.

Supongo que Russo pensó que se podía volver a tener el dominio del partido, pero entendamos que también es humano que inconscientemente el equipo se relaje después de cuatro goles. Pero sabemos que el fútbol es por momentos impredecible, así que lo mejor es estar concentrados hasta el pitazo final.

Quizás una de las formas de mantenerlos “activos” es ubicar en la cancha a los tres cambios posibles para reanimar a quienes están como adormecidos.

Creo que es justo que estemos felices, pero admito que me costó relajarme luego de la tensión sufrida. Estamos arriba. Interiormente nos sentimos bien. Pero hay que entender que no se debe festejar antes de tiempo.

Hasta pronto.