viernes, 6 de marzo de 2020

En la Libertadores, para poder disfrutar, primero hay que saber sufrir.

No hay dudas que Racing es mucho más que Estudiantes de Mérida, por historia y por categoría de equipo, por eso debía de ganar diríamos por obligación, salvo que hubiera algún motivo ajeno al juego en si.

Y algo pasó porque en el primer tiempo el equipo mostró una imagen por lo menos extraña, como que sintió el esfuerzo y me llamó tanto la atención la falta de reacción de algunos jugadores, lo que les hacía cometer graves errores.

Se me ocurrió apelar a la experiencia de Hugo Lamadrid quien me señaló que podía ser el clima, la altura, aunque no era mucha y el cansancio del viaje, a lo que habría que agregarle un campo de juego blando al que se le levantaban los pedazos de césped (no dejaron que Racing lo pisara el día anterior) que pudo haber sido la causa hasta de cierta torpeza en el manejo del balón.

Y las consecuencias de ese “combo” comenzaron a verse, sobre todo en esa tendencia a la sucesión de pases para querer salir jugando siempre del fondo, a veces exagerada, situaciones donde Racing comenzó a dar indicios de cierta nerviosidad que llevó a ver a varios jugadores (Pillud, Miranda, Díaz, Sigali, etc.), incómodos, con dificultades para hacer correr la pelota, que parecía trabarse en el piso.

Todo eso sumado a una especie de adormecimiento y tozudez , como le pasó a Martínez en dos oportunidades similares por no desprenderse más rápido de la pelota, generando situaciones a favor del local que podrían haberse convertido en goles a no ser por las acertadas intervenciones de Gabriel Arias.

Así y todo en ese primer tiempo Racing tuvo posibilidades claras para abrir el marcador y la mayoría estuvo en los pies de Zaracho, que si bien realiza buenos movimientos y es el volante que más pisa el área, tiene un gran déficit, que se ha convertido en su mayor defecto y es la definición, también lo tuvo “Licha” pero quedó fuera de ángulo cuando quiso picarla sobre el arquero.

El panorama no era nada alentador y era realmente incierto lo que pasaría en la segunda mitad, porque Racing debía cambiar, tener otra actitud, pero como terminó ese primer tiempo con una imagen de estar como “ahogado”  no daba muchas esperanzas de poder  activarse.

Todo pareció desmoronarse cuando a los tres minutos un centro desde la izquierda supera a toda la defensa académica incluido el arquero y encuentra a Rivas sobre el palo opuesto que empujándola con los muslos somete a Arias, logrando el gol de Estudiantes de Mérida.

Pero increíblemente ese tanto provocó el despertar del, hasta ese momento, pasivo Racing y todo comenzó a revertirse a partir del gran trabajo de Eugenio Mena, un jugador que fue contagiando a sus compañeros y quien desde su posición de marcador de punta, con actitud, juego e inteligencia, generó todas las jugadas de peligro que le dieron al equipo la convicción necesaria para dar vuelta el partido. 

Así llegó el gol del empate después un saque de banda que habilita a Reniero, quien luego de  superar a su marcador, dispara al arco pero su remate es desviado por el arquero, aunque la pelota rebota en la lucha de Zaracho con su marcador y el “príncipe” que siguió la jugada, de cabeza concreta el gol de la igualdad a los 25 minutos de esa segunda parte y a partir de ese momento Racing se fue agrandando porque ese gol le aportó el aire necesario para seguir creciendo, siempre detrás de la bandera que llevaba el chileno Mena, la figura del equipo.

Como parece que a  Beccacece le gusta sorprender, vuelve a hacerlo al reemplazar a Reniero, cuando estaba emocionalmente en un momento insuperable,  para ubicar a Barbona.

El equipo, ya con otro animo siguió teniendo el control del partido y buscaba seguir atacando por la zona de Mena y a los 80 minutos llega el gol que ansiábamos todos, Garré (que en el primer tiempo había reemplazado al lesionado chileno Díaz), recibe sobre la izquierda, empala la pelota por sobre un rival para Barbona que entra al área y habilita a quien: si a Mena quien en posición de patear prefiere hacer un amague para después asistir a Zaracho, quien esta vez la mete sobre el segundo palo, ante la mirada de todos los defensores y el arquero.

Racing lo daba vuelta y ya había cambiado completamente el trámite, porque el local solo atinaba arrimarse con intentos personales que terminaban siendo controlados por la defensa racinguista.

A poco del final, Soto reemplaza a Rojas para ayudar a cerrar esta victoria, para comenzar a sumar de a tres en la Copa, tras un partido que tuvo un primer tiempo tan flojo como extraño y una vuelta de tuerca total en la segunda mitad, logrando un triunfo que sirve para ir mejorando.

Los hinchas de Racing sabemos que en la Libertadores, para poder disfrutar, primero hay que saber sufrir, por eso debemos seguir alentando aun en los momentos negativos y si somos críticos no ser destructivos con este grupo de jugadores que nos viene dando muchas alegrías y que ahora dirigidos por Sebastián Beccacece ya nos brindó la mejor de la historia local: el triunfo frente a Independiente con 9 hombres.

Hasta pronto.