Si el plantel pensaba que no había posibilidades, la derrota de Vélez se había convertido en el mejor estímulo para volver a creer que se podía pelear el campeonato, pero la sensación fue que con lo logrado en Paraguay el deber ya estaba cumplido.
En ese primer tiempo Racing jugó como un equipo que
ya no tenía chances, que lo hacía solo para cumplir y fue muy triste ver como lo
vapuleó un Central Córdoba lleno de suplentes y con un solo jugador que le ocasionó
problemas que nunca pudo solucionar, corriendo siempre detrás de la pelota sin
generar alguna situación de gol, mientras su rival que tuvo cinco claras, convirtió
dos en gol y si no fueron más, se debió a la buena actuación de Cambeses, que incluso
atajó un penal.
Era casi imposible pensar que este Racing desconcentrado
y sin respuesta física iba a revertir el resultado, sobre todo porque continuó
sin controlar a un Angulo que seguía jugando a la espalda de Martirena con una
libertad absoluta enloqueciendo a un Colombo cada vez más inseguro.
Las entradas de Zuculini y Carbonero mejoraron un
poco al equipo, sumado a que el rival ayudó con los cambios y si bien García
Basso, en un intento personal pudo descontar, Racing nunca dio la sensación de
darlo vuelta.
Lamentable y doloroso final de un partido que lo sacó
de la lucha por el título, con un Costas
al que no se lo veía como otras veces, porque su equipo jugaba uno de los peores partidos del año y quizás preguntándose, al igual que muchos hinchas, que otro
incentivo era más importante para salir a dejar el alma en la cancha que el
triunfo de Unión sobre Vélez, pero no hubo grandeza, esa que el predica y el
encuentro finalizó con una nueva derrota para un Racing que en 4 días recibió ocho
goles.
Costas es responsable de este plantel y si había
esperanzas creo que debió de haber llevado a
Adrián Martínez aunque no estuviera al cien por ciento y también debió de ubicar
a JuanFer de entrada o al comienzo del segundo tiempo, porque el resultado en
Santa Fe ameritaba cambiar los planes para hacer el esfuerzo final, ya que este era el partido que había que ganar, dado
que después frente a River, el equipo iba a tener el respaldo de sus hinchas en
el Cilindro.
Lamentablemente todo esto da que pensar, porque es
evidente que después de ganar la Sudamericana en Paraguay el plantel se relajó
pensando que todo estaba conseguido al
haber logrado un trofeo internacional después de 36 años, pero esta
consagración tuvo consecuencias negativas en lo mental, porque se terminó relajando y desperdició dos
oportunidades para pelear el campeonato hasta la última fecha, demostrando que a
pesar de las ganas y el deseo de Gustavo Costas, cuando
la mente no quiere, el cuerpo no responde.
Alguna vez entenderán lo que es ir por todo, lo que
es ser un grande de verdad.
Hasta pronto.