viernes, 23 de abril de 2021

Pizzi sabe que su tiempo depende de los resultados positivos.

Qué difícil se está poniendo comentar cada partido de Racing, porque se llega siempre a la misma conclusión y es que ni a propósito se puede jugar tan mal.

Un lamentable presente de un equipo y su conducción técnica,  que no ha llegado a ser una catástrofe  solo por algunos resultados positivos, que le permiten seguir con vida en los torneos que está disputando.

Es cierto que Pizzi aparece como el principal causante de este presente, pero los jugadores también tienen su cuota parte de responsabilidad dado que aunque no coincidan o no entiendan el mensaje que el técnico les hace llegar, es inexplicable que entrenando todos los días, hoy por hoy no se puedan dar bien la mayoría de los pases, no puedan construir una pared o no conozcan los movimientos de sus compañeros del plantel, que a esta altura deberían estar casi automatizados.

Racing nunca ha mostrado un crecimiento en sus líneas, con una defensa que salvo Arias, el que más ha rendido y sostenido su buen nivel, tiene pronunciados altibajos de concentración, con graves errores que le han permitido a los rivales concretar goles, con un medio campo no termina de acoplarse y el bajísimo nivel de sus lentos jugadores, no recuperan ni generan el juego adecuado para su solitario que mientras se desgasta en sus luchas se vuelve cada vez más impreciso.

Uno no quería imaginarse que ante Rentistas, Racing iba a sufrir tanto y a decepcionar de tal forma frente a un rival menor, que con poco le generó algunas situaciones que de concretarse podían haber sido humillantes, pero no nos resultaba extraño.

Era más de lo mismo y quiero pensar que la vergüenza que debían sentir faltando pocos minutos los llevó a reaccionar y sacar un poco de amor propio ante un equipo uruguayo que aun con un hombre de más, dejó reaccionar a la Academia y con la gambeta -esta vez productiva- de Lovera, la fuerza de Cáceres, algo de Miranda y el aporte de Fértoli, pudo empatarlo y hasta casi ganarlo.    

Pero es indudable que la mediocridad ha invadido a este Racing ya que en cada confrontación depende más del azar que de fundamentos reales para alcanzar un buen resultado, los que por ahora en parte se le viene dando, pero sabiendo que esa cuota de suerte necesita de un sustento real que la respalde.

El técnico busca convencernos de que “tienen cosas para crecer y para encontrar más precisión y que con el tiempo lo conseguirá…”, pero Pizzi sabe que su tiempo depende de los resultados positivos.

Con el agravante de que no le será fácil lograrlos porque el equipo sigue sin mostrar superación alguna en el juego, con una falta total de convicción y de confianza que lo lleva a no responder en lo anímico y en lo físico en los momentos más álgidos del partido.

Como no se ven posibilidades de que haya cambios de conducción, sigo pensando, al igual que lo hice en el comentario anterior, que  si no existe algún inconveniente en la relación plantel-cuerpo técnico debería darse una conversación a fondo buscando coincidencias que los entusiasme a ambas partes y a partir de ahí tener más certidumbre sobre el trabajo a realizar en la seguidilla de partidos de las tres copas que están jugando, para llevar un poco de tranquilidad y esperanza a los corazones de lo más importante que tiene el club, sus hinchas.

Hasta pronto.