domingo, 8 de septiembre de 2013

Entre la bronca y la coherencia.


Noche de sueños, de ilusiones y de deseos, pero también de realidades.
Siempre queremos que Racing gane pero creo que esta noche interiormente deseábamos que no pierda, porque la realidad nos estaba marcando otra cosa.
Como venía diciendo en notas anteriores, fundamentalmente había que cortar la “diarrea” y para ello hay que hacer todo correctamente sin excesos y cuidándose meticulosamente.
A priori se opinaba que Ischia iba a defender con cinco, que se iba a buscar el empate y que Racing atacaría como podía.
Sorpresa para muchos y agradable por cierto.
Porque vimos un equipo atrevido, agresivo y tratando de jugar con pelota al piso.
Y lo logró en ese primer tiempo donde lo hizo mejor que su rival y donde creó varias situaciones de gol.
Pero había algo que flotaba en el aire.
Era casi seguro que ese ritmo no se pudiera sostener todo el partido y eso llevaría al mismo a un trámite más abierto donde el equipo se debe elegir entre refugiarse cerca de su área o cambiar golpe por golpe con el rival.
El tema es que enfrente estaba Lanús, que trata muy bien la pelota y que donde Racing abandonara la presión que le imprimió en la primera etapa, la misma seguramente pasaría a manos de los granates.
Otro tema y aunque parezca que fue para los dos, para mí el corte de luz benefició a Lanús, porque el descanso del primer tiempo creo yo, atentó contra el despliegue que hicieron los jugadores de Racing y si a eso le agregamos veinte minutos más es como si el encuentro casi hubiera finalizado.
Lanús no renunciaba a atacar y Racing lo hacía también cuando podía porque había espacios, pero también hubo mucha ceguera a la hora de tomar decisiones finales.
Después, Racing se beneficia al quedar con un hombre de más y daba la sensación que sería la gran noche, porque al poco tiempo Vietto llega al gol en una buena jugada.
Allí el partido se siguió abriendo y Vietto que otros momentos convertía, no estuvo fino y desperdició un par oportunidades claras.
Lanús no renunciaba a atacar y Racing lo hacía también cuando podía porque había espacios, pero también hubo mucha ceguera a la hora de tomar decisiones finales.
Un golpe, un tumulto y nuevas expulsiones seguían dejando a la Academia con un jugador más en la cancha, pero el desorden aumentaba y mientras no concretaba las ocasiones que tenía, Lanús seguía tocando y buscando, jugándose todo por el todo.
Y desgraciadamente llegó el fatídico gol en una buena jugada de los granates.
Fue empate y en general también fue una buena producción del equipo que mostró otra imagen, otras ganas y algunos interesantes rendimientos, como el de Gómez, Ibañez, Vietto y De Paul.
En general mejoró todo el equipo y anhelo que siga creciendo en confianza y actitud.
Pero indudablemente el hincha debe sentir sensaciones encontradas debatiéndose entre la bronca y la coherencia.
La bronca porque teníamos el triunfo al alcance de las manos y la coherencia al saber que en realidad lo que había que lograr era no seguir perdiendo.


Hasta pronto.