Cuanto esperamos los hinchas este clásico, sabiendo
que el resultado final nos cambia el ánimo y nos deja marcas de alegría o de
tristeza en los sentimientos.
Pero este Racing me hizo volver a ver el partido con
más tranquilidad, porque el equipo viene haciéndose fuerte en el juego, a
través de la idea de Gago, que ha convencido a los jugadores quienes la
manifiestan en cada encuentro.
Y en el primer tiempo vimos un Racing que se puso
firme, pasando a ser dominador del trámite a través de la tenencia de la
pelota, haciéndola circular rápido y explotando los espacios que dejaba el
rival.
De esa manera pudo llegar al primer gol rápidamente,
cuando de un saque de banda, Chancalay arranca a velocidad perseguido por Vigo,
enfrenta a Barreto y al juntarlos hay un rebote que lo deja solo frente a Sosa,
su remate da en el palo, pero lo recibe Hauche que acompañaba la jugada y con
buen disparo concreta el tanto que desató el delirio de los jugadores
académicos y cuerpo técnico, silenciando un estadio que comenzaba a presentir
lo peor.
Racing con sus movimientos imponía su juego, donde
por ejemplo, Copetti atraía a más de una marca bajando hasta la zona del medio
campo provocando que el Rojo, dejara sin marca a Chancalay, uno de los más
destacados y buscado en todo esa primera mitad, con la sensación de que en
cualquier momento se podía aumentar el marcador, pero no sucedió por no
finalizar bien las oportunidades.
Era sabido que en la segunda etapa Independiente
buscaría el gol con desesperación y Racing por esas cuestiones quizás
emocionales de ir ganando el clásico se dejó estar y lo dejó evolucionar
demasiado, tanto que ya no tenía esas posibilidades ofensivas.
A los diez minutos llegó el empate y los vecinos se
adueñaron del encuentro, porque medio campo de Racing ya no recuperaba ni tenía
la pelota, por lo que creo que Gago al querer reforzar esa zona produce dos
cambios, por lo menos uno de ellos llamativo, el de Rojas x Chancalay, porque
“Chanca” estaba jugando su mejor partido y era un problema para la defensa roja
y el otro de Mauricio Martínez por Alcaraz, pienso que por cuidarlo al estar
amonestado.
Pero a Rojas y a Martínez les costó entrar en el
partido, sobre todo al paraguayo que parece no estar en el ritmo que tienen hoy
por hoy Miranda, Alcaraz y Moreno y que además al recibir la pelota, en lugar
de ir a buscar una situación ofensiva, abusa de enganchar y tocar
para atrás.
Esto le dio fuerzas al Rojo, que comenzó a generar
otras oportunidades pero por suerte respondió muy bien “Chila” Gómez.
Después siguieron los cambios Neri Domínguez hizo lo
mismo con Moreno (aparentemente una contractura) y 10 minutos más tarde
Fabricio Domínguez entra por Hauche y Jonathan Gómez por Miranda, pero Racing
no podía volver a ser aquel del primer tiempo.
El estadio explotaba alentando a un Independiente
desesperado, pero faltando 5 minutos Racing pudo iniciar una serie de toques en
los que intervienen Mura, Rojas, nuevamente Mura, Jonathan Gómez, Neri
Domínguez y Piovi, para que este último lance un centro medido a la cabeza de
Mura, que se había ubicado en el área detrás de Copetti, a quien habilita de
cabeza para que “Enzo” la “cachetee” sobre el palo derecho de Sosa y logre el segundo
gol, que desate el sonido del silencio en los locales y el de los gritos de
alegría de los racinguistas, que volvíamos ser felices otra vez.
Había dicho en mi comentario anterior que esperaba
que a Copetti se le dé el gol que tanto ansiaba contra nuestros vecinos y por
suerte sucedió, mérito por su lucha y por haberse bancado anoche todos los
golpes de Barreto y Cía, lo que no cualquiera hace.
Respecto del árbitro Patricio Loustau,
realmente me llama la atención cuando en claras infracciones y agresiones
de jugadores de Independiente se hace el distraído o trata de imponer justicia
señalándose como un juez inmaculado, las que no fueron sancionadas ni siquiera
con amarilla, como si lo hizo con los de Racing (amonestó a cuatro jugadores
sin contar la del banco de suplentes).
Seguramente y como corresponde entre el plantel y el
cuerpo técnico esta conquista tendrá su análisis, pero para los hinchas, que
disfrutamos a mas no poder, aunque siempre anhelamos triunfar en el clásico
jugando bien, finalmente terminamos festejando el ganar, sin importar el como,
porque derrotar a los vecinos nos depara ser felices siempre.
Fue una
victoria compuesta de entrega, actitud y convicción, que se
transforma en una gran inyección anímica para continuar afianzando la idea
que indica que se está en el camino correcto.
Hasta pronto.
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