Para el Racing de Pizzi cada partido es un tormento y con finales inciertos como el de anoche, que los hinchas vemos siempre con una permanente intranquilidad.
Me parece que a esta altura del partido, ya debería entenderse a que
quiere jugar el equipo, pero preocupa la falta de construcción de juego y de
coordinación en los movimientos, que hace que todo sea impredecible
y por esas dudas, siempre se termina retrocediendo con la pelota
hacia la última línea para que desde allí salga un pelotazo para un
Copetti en soledad.
En el primer tiempo Racing tuvo a los 9 minutos y a través de Melgarejo
con su cabezazo en el palo la única jugada de peligro, mientras San Martin con
garra y empuje le fue creando problemas a una defensa racinguista que no
se mostraba segura, pero que por suerte tenía en Arias un arquero
que respondía a las exigencias.
El equipo no mostraba superioridad sobre los sanjuaninos, sin embargo a
los 32 minutos un tiro de esquina ejecutado por Rojas en conectado por Martínez
en el segundo palo, poniendo a Racing en ventaja, diferencia que pudo sostener
hasta el final de ese período.
En el segundo San Martín salió a buscar el empate ante un Racing que no
reaccionaba y Pizzi comienza con los cambios que parecieron darle la razón,
cuando después de tres o cuatro minutos de tenencia y buena
circulación, hubo un buen desborde y asistencia de Chancalay para Copetti quien
convirtió el segundo gol.
Parecia que ese gol le daba a al equipo la tranquilidad para manejar el
partido, pero como suele suceder, todo fue breve, fugaz y en pocos
minutos se fue desmoronando de a poco ante un San Martin de San Juan que, jugado
por jugado , en base a centros fue arrinconando a la Academia.
Pizzi seguía haciendo cambios y en dos minutos los sanjuaninos le
empataron el encuentro y desnudaron las fragilidades de una defensa racinguista que
tuvo distracciones y errores puntuales como el de Martínez.
Después quiso responder y a los empujones casi lo logra cuando Reniero
lo deja con un toque en buena posición a Cáceres que hizo todo bien para
aparecer en el área, pero su remate salió muy desviado, pero todo es hecho con
muy poca convicción.
Y de padecer el empate fuimos a penar por los penales, que como siempre
digo es otro partido.
Pero por suerte Racing tiene a Gabriel Arias, el “quitapenas”, quien
con esa paz interior que transmite en cada intervención, como en la de los dos
primeros penales atajados, el segundo de forma extraordinaria, a los
hinchas nos quitó la mueca de desilusión que nos había dejado el
partido y nos devolvió la sonrisa, pero además les dio tranquilidad
a los ejecutantes académicos, que lo hicieron muy bien, logrando el
equipo el triunfo que le permitió pasar a octavos.
Arias es un jugador que reúne condiciones notables, no solo la de ser un
excelente arquero, de esos que gana partidos, sino también una persona
transparente que emana paz y seguridad en todos los aspectos y expresiones.
Los resultados siguen respaldando a este Racing de Pizzi, pero inquieta
su muy flojo funcionamiento y la falta de respuestas individuales, lo que me
lleva a pensar que será muy difícil que surja de golpe, el equipo que no
apareció hasta ahora, por lo que no le será nada fácil afrontar la complicada
seguidilla de partidos del torneo local y de la Copa Libertadores.
Hasta pronto.
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