domingo, 24 de febrero de 2019

El triunfo del envión anímico para ser campeón.


Este es el partido que más no llega al corazón.

Es el que nos pone con los nervios más nerviosos, más ansiosos, el que define nuestro humor de la próxima semana.

Es el que, como decimos todos, hay que ganar como sea.

Porque los clásicos se ganan y lo que haya pasado en el partido, siempre va a quedar detrás del resultado.

Por eso estoy feliz.

Por el plantel, por el cuerpo técnico y fundamentalmente por nosotros los hinchas, que somos los que vivimos sufriendo por esta camiseta desde toda la vida.

Fue un partido donde se observaron flaquezas y bajos rendimientos en algunos jugadores, pero hubo entrega y actitud desde el minuto uno hasta el final en un encuentro, donde después del gol de Donatti y frente a un Independiente que se mostraba nervioso porque Racing lo estaba dominando, el árbitro Pitana comenzó a emparejar el trámite inclinando el partido, cobrando infracciones a favor del local en casi todas las divididas y amonestando sin ser ecuánime en sus decisiones, porque a “Licha”, le entró mal Domingo desde el vamos, pero las amarillas comenzaban a verlas los de la Academia, llevando al equipo a defender cerca del área hasta que llegó el empate en una jugada donde hay posición adelantada de Verón, pero que tanto él como el línea ignoraron.

En el segundo tiempo la capacidad de Cvitanich para presionar a Franco, permitió  generar el claro penal que Lisandro López convirtió en gol y a partir de allí a pesar de Pitana, el equipo puso todo lo que hay que poner para sostener la victoria que se cierra sobre el final, cuando en tiempo de descuento, el enorme e incansable “Licha” con su edad y su cansancio a cuestas, mete un pique increíble y después de dejar parado a un Campaña adelantado con un toque, entra al área con cabeza levantada y habilita con claridad a Zaracho que llegaba libre para concretar el tercer gol, sellando una noche inolvidable para el gran capitán,  para el  equipo y para todos los racinguistas.

Es innegable que la figura fue la actuación de nuestro gran arquero Arias, quien estuvo concentrado en todas sus intervenciones brindando siempre seguridad y serenidad para redondear una actuación brillante, pero no puedo dejar de resaltar y con admiración, la actuación de “Licha” López, quien a través de su sabiduría y de su corazón (repito una vez más, Lisandro cuando juega no corre, “late”) emociona por todo lo que brinda.

También rescato a Marcelo Díaz, porque sostiene su nivel aunque hoy fue muy marcado para que no pueda entregar con claridad y a Zaracho por su crecimiento y por estar siempre atento para acompañar en ofensiva. 

Racing logró el triunfo del envión anímico para ser campeón, porque es la victoria que hace crecer la autoestima en cada jugador y se convierte en la inyección vital que necesitaba este plantel para afrontar lo que venga pleno de confianza.

Así que es un día para levantarse con una sonrisa bien grande y comenzar a disfrutar de una semana bien racinguista, porque los triunfos frente al vecino no se analizan, solo se festejan como ningún otro.

Hasta pronto.


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