domingo, 15 de octubre de 2017

Entre la emoción del gol y las angustias del juego.

Que me pasa cuando veo a Racing?

Hablo solo, me enojo, me alegro, critico e insulto, pero todo eso me pasa porque al fin y al cabo soy solo un hincha y como muchos, fruto de esa pasión inexplicable que mezcla las alegrías con las broncas.

Un partido de Racing es lo único que me hace cambiar de humor, me saca de cualquier conversación y hoy el comienzo nos iba marcando que iba a ser otro partido para sufrir, porque por  más que Arévalo Ríos acaparaba todas  la pelotas y cumplía muy bien su tarea, no era un buen augurio, dado que desde sus pies era difícil que saliera algún pase filtrado que pusiera en posición de gol a los delanteros académicos.

Oroz, no encontraba su lugar en el campo, por lo que no la tocaba casi nunca y Zaracho cada vez que entraba en juego era absorbido por la marca de los volantes de Tigre, al igual que  lo hacían sus defensores con Licha y Triverio, algo que nunca pudieron superar.

A partir de allí pudimos darnos cuenta que Racing dependía como muchas otras veces del despliegue de Solari y Mansilla (buen primer tiempo de ambos)  y sus posibilidades de desbordar para asistir, a Triverio y a Licha, algo que por momentos se logró, pero que la mayoría de la veces Tigre, que se cerró muy bien pudo controlar, logrando que  el arquero de ellos prácticamente no sufriera ninguna situación de peligro real.

En esa primera mitad, atrás no había casi problemas, pero es evidente que el negocio de los de Caruso estaba en la propia desesperación de Racing y aunque no fueron muchas sus ocasiones, anduvieron merodeando el área.

Y la segunda mitad fue más de lo mismo, pero infinitamente más nerviosa, más estresante, porque Racing se adelantaba para al atacar, pero mientras no lograba generar mejores jugadas, se desarmaba cada vez más, lo que Tigre aprovechó al encontrarlo tan desprotegido y le generó por lo menos tres ocasiones de gol, que si no hubiera sido por la gran actuación de Musso y la suerte (una dio en el palo), en este momento estaríamos hablando de otra cosa.

Y entonces se vinieron los cambios y a mi me hubiera gustado ver a Ibargüen y Cuadra por Oroz y Zaracho o Triverio, pero como Cuadra no estuvo por lesión, solo quedaba Noir o que entre Soto y adelante a Mansilla, pero solo se dio el del colombiano por Oroz,  a la postre, el jugador que cambio el partido, no porque la Academia mejoró, sino por su atrevimiento a utilizar la gambeta y por la jugada que comenzó y terminó en sus pies con el gol del triunfo, en la cual hay una gran devolución de Solari.

Después llegó la del chico Ojeda por Zaracho, como para buscar más juego, pero es muy difícil tener relevancia en un momento tan dramático, donde los jugadores de Racing después del gol, solo revoleaban la pelota esperando que pase el tiempo, hecho que marcaba la necesidad imperiosa de obtener el triunfo sin importar la forma, algo ratificado desde el banco en el cambio de Meli por Mansilla, (cualquier parecido con la Selección Argentina es pura coincidencia).

Y así, entre la emoción del gol y las angustias del juego, terminó un partido que le permitió a Racing volver a convertir después de cuatro encuentros y sumar tres puntos que ayudan anímicamente para enfrentar a Libertad de Paragüay por la Sudamericana.


Hasta pronto.

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