Ganar el clásico más importante se está haciendo una
sana costumbre y sobre todo si son tres
veces consecutivas.
Es como no dejarlos respirar, no permitirles que
salgan de terapia intensiva, aún en el partido de anoche que fue el más parejo,
incluso hasta en los penales.
Pero hay algo que está diferenciando a los dos equipos
y es su estado de ánimo, disposición emocional que te permite sobreponerte y/o dominar
el juego en cualquier contienda deportiva.
Y Racing hoy por hoy, en ese aspecto, está muy por
encima del Rojo de Avellaneda.
Este equipo que terminó muy mal el año anterior, parece
haber encontrado en Diego Cocca, la figura que les ha devuelto la confianza en sí
mismos, esa fe que por distintos motivos, habían perdido durante el transcurso
del pasado año.
Esto es algo muy positivo, porque a partir de allí,
se puede encontrar la solidez y el juego que los lleve a sentirse ganadores.
Pero como sucede en partidos de pre-temporada, Racing tuvo problemas de cansancio físico en el segundo tiempo, donde se pudo
ver como a la mayoría de sus jugadores les costaba levantar las piernas, pero así y
todo no se enloqueció como otras veces, dentro de lo apurado se le notaba
tranquilidad.
Quedo muy marcada la diferencia con el
del primer tiempo, donde fue casi total el dominio del juego, sabiendo lo que
quería y haciendo circular la pelota con la paciencia necesaria.
Es cierto que con poca profundidad, también incrementada
por la cantidad de jugadores que puso Independiente en defensa y por no contar
con ese jugador que pueda con su gambeta romper esquemas ultradefensivos.
Sabemos que hoy, si no lo hace Acuña (todavía no
está en su nivel), Racing no cuenta con otros jugadores que desnivelen de esa
forma, porque ya no lo tiene a Romerito, que aunque sea en forma intermitente, lo
hacía muy bien y que además ubicaba pases entre líneas que dejaban a los
delanteros mano a mano con el arquero.
Me animaría a decir que de los volantes que están
hoy, es Gastón Díaz es el más apto para asistir con esas asistencias largas,
obviamente en menor medida que el paraguayo.
Por eso Racing, salvo que haya una incorporación
sorpresa como podría ser la de Moralez, seguramente basará su juego para llegar
al área rival, con la utilización de las bandas a través de
Meli y Acuña, para con sus dinámicas, tratar de “romper” por afuera buscando sociedades con los
laterales y de esa manera poder abastecer a los delanteros y a los volantes
centrales en la zona de gol.
Por lo menos es lo que muestra en estos partidos,
donde hay que destacar el alto rendimiento de la dupla central de la defensa, donde
se destaca Barbieri y también la cada vez más segura tarea de Vittor, los que
pondrán en una encrucijada a Cocca a la hora de elegir la zaga titular, con la
incorporación de Torsiglieri.
Respecto de los demás considero que en la segunda
etapa Racing se hizo un equipo más abierto y largo, con volantes muy
separados de la línea de fondo, espacios que fueron aprovechados por Independiente
y que generó algunas situaciones de
peligro real.
Eso dejó también aislados a Licha y Bou, lo que se
fue agravando con los cambios ya que Cerro también bajaba lentamente, Aued ya
no respondía y Rosales sigue con esa abúlica expresión física, la que quizás
forma parte de su carácter y su forma de jugar, pero que padece desde que llegó
a Racing.
El final dejó un empate justo, pero había penales y entonces
apareció Orión para atajar uno y permitirle a Rosales, con buena ejecución en
el octavo disparo, darle un nuevo triunfo a la Academia, para levantar una
nueva Copa y festejar nuevamente, volviendo a dejar en la oscuridad a nuestro
rival más importante.
La alegría se instaló en Racing y eso es porque este Racing está mejor de la cabeza, algo
que ayudará a encontrar en estas semanas que quedan de entrenamiento, el estado
físico ideal que le dará más claridad a la mente y más finesa a los pies.
Hasta pronto.
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