Es la dupla.
Porque se entienden casi a la perfección y porque Milito, ya
sabemos, se ha convertido en el símbolo que alimenta el espíritu y genera
confianza en todos los jugadores, pero sobre todo en Bou, quien evidentemente
con él mejora su desempeño, se siente cómodo.
Es la pareja que mejor ha congeniado en el equipo por esa
capacidad de entenderse con solo mirarse, donde en la mayoría de sus
movimientos, afloran la intuición, el talento y la lucidez.
De cualquier manera creo que los jugadores están comenzado a
responder en el torneo argentino y hoy hubo muchos puntos altos, como el de Acuña,
el de Alvarado, que ya merece tener su
continuidad como titular por lo menos hasta que vuelva Lollo, las buenas
actuaciones que viene cumpliendo Grimi, la gran actualidad de Pillud, la firmeza
y tenacidad de Videla, la excelencia de Saja, los momentos de Camacho, Sánchez, Nagüel,
Cerro…
Respecto de los delanteros, Núñez, viene en levantada –esperemos
no sea nada su golpe- y Brian Fernández, que ilusiona con sus movimientos y su desenfado, desmerece
sus actuaciones por la falta de definición, algo que llama mucho la atención.
Pero salvo excepciones, que creo serán temporarias, al
equipo se lo ve sólido y vuelve a entregar esa imagen de saber que hacer, la que
nos permite a los hinchas sentirnos naturalmente optimistas, porque vemos que
hay plantel, que hay individualidades y que hay un cuerpo técnico que, ante sus decisiones
tanto en las variantes de sistema como en los cambios de jugadores, la mayoría
de las veces obtiene las respuestas esperadas, porque es evidente que ellos
confían en su trabajo.
Del partido, digo que San Martín que había realizado un gran
encuentro frente a Boca, buscó como muchos otros equipos coparle la mitad de
cancha a Racing y por momentos lo conseguía, a través del buen trato de pelota
y la velocidad de sus jugadores del medio hacia arriba, pero el gol de
Bou fue cambiando lentamente el trámite.
Racing tomó confianza y se acomodó mejor para ir creciendo
paulatinamente hasta que el segundo gol de Milito, ante un tiro libre de Acuña
que rebota en el palo, haría cambiar
definitivamente el trámite.
Porque en la segunda etapa San Martín salió a todo o nada y
generó alguna sensación de peligro, pero era un poco lo que supongo quería
Cocca, ya que en el fondo de la visita comenzaban a observarse los espacios
necesarios para que cada contra de Racing prácticamente se convirtiera en gol,
si no fuera por lo desacertado de sus definidores.
Como remate pienso que todos coincidimos en que Milito, aún
sin hacer un gran partido, es ese jugador emblema que cobija al resto, como que
les devuelve la fe y les levanta el ánimo con su sola presencia en el campo de
juego y junto a Bou se convierten en la
sociedad del gol.
Ojalá podamos verlos en cancha más seguido porque, aún
reconociendo que se puede confiar en sus reemplazantes, será difícil por
razones de tiempo y de conocimiento, encontrar a la brevedad un dúo tan aceitado,
como el que hoy podemos disfrutar.
Hasta pronto.
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