Ya sabemos que cualquier equipo que se siente
superior a su rival, tanto sea por la categoría de sus jugadores como por su
nivel económico, corre más riesgo que aquel que llega para la hazaña, pero así está
diseñada esta Copa Argentina y el trance hay que pasarlo, sabiendo lo negativo
que significaría quedarse afuera ante un equipo “menor”.
A Racing esto ya le pasó y no es un trago fácil de
digerir, y en este momento podría haber sido sencillamente desastroso para un plantel
que todavía se está acomodando y justo antes de que comience la “Superliga”.
Anoche me pareció que Mitre planteó un partido con
cierta lógica, dejar todo durante el primer tiempo para tratar de conseguir un
gol y después defenderlo a morir, sabiendo que físicamente no iba a poder
establecer una igualdad durante los noventa minutos y lamentablemente para
Racing, lo consiguió alrededor de los 20 minutos de esa primera etapa, aprovechándose
de grave error de Arévalo Ríos.
Racing se sintió molesto e inseguro en esa primera
etapa y a la defensa se la veía incómoda
en cada ofensiva rival, sobre todo por el lado de Pillud y Grimi, aunque Barbieri
tenía problemas de marca y Orban se mostraba llamativamente nervioso, todo esto
sumado al lento y dubitativo Arévalo Ríos y a un “Pulpo” González que no encontraba
su posición en la cancha, por lo que Racing solo apostaba a las apariciones de Zaracho y a las subidas de Solari, para
generar algo que le diera posibilidades a Lisandro y Cuadra, que no eran bien
asisitidos.
Y el gol del Mitre multiplicó los problemas que ya
tenía Racing y lo poco que habían generado Zaracho y Solari, se fue apagando
lentamente y hasta el final de ese primer tiempo todo se limitó a tirar
centros, esperando la cuota de suerte que nos pudiera dar el empate.
Cocca no realizó ningún cambio a pesar de la mala
tarea de esa primera parte, pero si, hubo un cambio general en la actitud que
mostró el equipo en la reanudación, a pesar de que seguía costándole llegar con
claridad al arco de Medina, refugiado ante un conglomerado de camisetas
amarillas.
Así y todo a los 10 minutos el equipo genera la
mejor jugada del partido con buena circulación de pelota, la que termina en los
pies de Cuadra, -uno de los que más propuso en la segunda parte del encuentro-
y su centro es cortado por la mano de Piriz. Penal y la gran posibilidad de
empatar, pero Licha lo tira a media altura, para que Medina se luzca y se
agrande.
La desazón y la bronca le dieron paso a los cambios
y Cocca manda a la cancha a Nico Oroz por Arévalo Ríos, -algo que, a mi modo de
ver, debía de haber hecho antes- lo que le permitía tener un jugador más
pensante, en un encuentro donde nadie lo hacía y minutos después Rosales
reemplaza a Pillud y Mansilla a Zaracho, para definitivamente buscar romper ese
cerco que había formado Mitre.
Y así, con ganas y con la mejoría de Barbieri y
Orban, sumado al “Pulpo” González, ya como dueño del medio campo, Racing fue creciendo,
con Oroz por el centro dándole más claridad al juego, con Cuadra y Mansilla
sobre la izquierda y con Rosales y Solari por la derecha le dieron otra
circulación a la pelota.
Y a través de Rosales, que cruza una pelota desde la
derecha hacia el área, Licha tiene una gran oportunidad y hasta por duplicado, porque anticipa y aparece solo ante Medina que le tapa su primer disparo, el rebote le vuelve a sus pies, y, quizás de bronca, lo quiso fusilar pero nuevamente el arquero la
vuelve a desviar en gran reacción.
Creo que la lucha del “Licha” era contra él mismo,
porque ya no pensaba, estaba como cegado por hacer ese gol que no logró en el
penal, sin aplicar lo mejor que tiene, que es justamente su inteligencia y su tranquilidad
para definir.
Pero dice el refrán que “el que busca, encuentra” y como “Licha”, es un jugador que nunca se
da por vencido, allá fue, casi empecinado,
en busca de ese gol que se le negaba y a los 32 minutos, después de un córner
de Oroz desde la derecha que Grimi desvía de cabeza, el “Pulpo” y Lisandro la van
a buscar, Licha la toca, pega en el palo, y al volver le da en su espalda y se
introduce en el arco.
De suerte y como sea, pero fue un gol para lograr el
empate que traía cierto alivio y sacarse la mufa, aunque parecía que no se
podía quebrar ese resultado, cuando minutos después Lisandro tiene dos
posibilidades más y el arquero rival volvió a responder de buena forma.
A esta altura quedábamos a la suerte y verdad de los
penales, que no aparecían como algo beneficioso en esta noche magra, lo mejor era
ganarlo y a los 39 minutos un centro desde la izquierda de Cuadra, lo recibe Grimi
dentro del área y con su coraje a cuestas la engancha como viene y convierte el
segundo gol, ante la sorpresa de toda la defensa rival.
El gol de Grimi tuvo el efecto de un “ansiolítico”,
porque eliminó los síntomas de la ansiedad y alejó la sensación de angustia, lo
que nos permitió salir de la inicial desilusión y poder arribar a la deseada tranquilidad.
Un partido con un primer
tiempo muy mal jugado por parte de Racing, pero que fue mejorando en el segundo período, para
finalmente, sin brillar, lograr una victoria justa y llegar a al final deseado, por lo menos desde el resultado.
El tiempo dirá para que estamos.
Hasta pronto.
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