Racing se reencontró con el triunfo en el partido más importante para todos sus hinchas, con el valor agregado de hacerlo de visitante y manteniendo una vez más el arco en cero.
Ya todos sabemos que para bien o para
mal el clásico de Avellaneda es “bisagra”, por eso esta victoria, que fortalece
a Racing en todos los sentidos, fundamentalmente en lo mental, debe servir para
seguir trabajando con tranquilidad y tomar más confianza, con la convicción de
que unidos se puede llegar a lo que ellos y nosotros como hinchas aspiramos,
que es a salir campeón.
Ganar era lo principal, lo más
significativo, porque si la verdad del fútbol es que los resultados mandan, una
nueva derrota no solo lo alejaba bastante de la punta, sino que además hubiera
golpeado muy fuerte en lo anímico al plantel y fundamentalmente a Costas, quien
para algunos todavía parece estar dando
un examen en cada partido.
Por más aplomo que se tenga, el clásico se
juega mucho en la cabeza y ese nerviosismo se transmite a los pies, por eso
hubo imprecisiones de ambos lados y mientras Racing sufría a Luna por la zona
de Mura-Rubio (hizo amonestar a ambos) Independiente
lo sentía también en ese sector por parte de Rojas y Salas, quienes generaron
situaciones que llevaron a intervenir a Rey, en un primer tiempo donde el
árbitro Tello dejó pasar algunas infracciones del local que eran para
amonestación en las divididas y un codazo en la cara de Mura que era para
expulsión.
La amonestación de Rubio llevó a Costas
a reemplazarlo por Colombo, para ver si podía darle más seguridad a la zona
derecha de su defensa, la zona que todos sus rivales eligen para atacar a
Racing.
En la segunda etapa el encuentro se hizo
un poco más friccionado, pero Racing empezó a tener más la pelota y sobre el
cuarto de hora JuanFer en campo académico, recibe de Colombo y mete un pase para Zuculini, que había ido a
buscar el claro cerca del circulo central, quien con un pase milimétrico que
sorprende a los centrales rojos, asiste a un “Maravilla” Martínez que rápido y
decidido encara para el área y cuando enfrenta a Rey lo elude para después tocar
al gol, que el suspenso del VAR termina confirmando para silenciar el estadio y
dar rienda suelta a la locura de Costas y sus dirigidos.
En ese segundo tiempo Racing corrigió
algunas desprolijidades y estuvo más ordenado por lo que se fue adueñando del
partido, con un mejor trabajo en defensa, donde Arias volvió a estar seguro, Colombo
jugó más confiado, Sosa estuvo más firme y García Basso aunque volvió a errar un
par de pases, siguió sólido en la marca.
El medio campo se fortaleció a través de
los buenos rendimientos de Zuculini y Almendra, quien tuvo una gran oportunidad
para aumentar pero decidió mal cuando podía haberla finalizado mejor, mientras
que en la ofensiva Salas aportaba entrega y sacrificio junto a un Martinez que
ya se ha convertido en un jugador casi indispensable por su gran capacidad
goleadora.
El final del partido mostró el desahogo
y la alegría de Costas y sus dirigidos, ante un estadio mudo, aunque no
sorprendido, porque además de superarlo en el resultado, Racing lo ganó desde la
convicción del corazón.
Gustavo
hizo realidad el sueño de todos los racinguistas, ganarle
a Independiente en su cancha y como hincha eso me llenó de felicidad, la misma felicidad que debe tener el hoy técnico académico, que sufre, se angustia y disfruta
como uno más de nosotros, pero que a su manera, le va inculcando al plantel conceptos como
compromiso, actitud y ganas de ganar, sentimientos que le dicta su corazón de
hincha y que están por encima del buen juego, por eso su Racing podrá tener
errores y a veces no ser tan claro, pero estoy seguro que sus jugadores siempre
dejarán en el campo hasta sus últimas gotas de sudor.
Hasta pronto.