Una imagen vale más que mil palabras.
Si hay una imagen de cómo jugar mal, es la que mostró Racing ayer.
De sólo mirarlo nos damos que cuenta que no hace falta explicar nada.
Porque hay formas y formas de perder.
Parece que hay jugadores que no están preparados para afrontar esta instancia que vive el club.
Por personalidad. Por temperamento.
Hemos enfrentado a Chacarita, Rosario Central, Godoy Cruz, Gimnasia y Esgrima, Arsenal y Atlético Tucumán, partidos donde se jugaban más que los tres puntos, y ganamos uno sólo de todos ellos. (No nos olvidemos que en la última fecha del próximo torneo vamos de visitante contra Chacarita ).
Racing había ganado dos partidos seguidos y aunque perdió con River -jugando bastante bien-pensé que como nos íbamos a enfrentar a uno de los rivales directos, iban a redoblar el esfuerzo, la concentración, el espíritu.
Pero no, Racing fue un equipo torpe, errático, sin convicciones.
Diría, un Racing lleno de miedos.
¿Se puede cambiar tanto de un partido al otro?
Quizás los jugadores y el cuerpo técnico deberían ver todo el partido, todo.
Para que cada uno en su intimidad recuerde esas imágenes y entienda lo que sintió el hincha.
Porque una imagen ,vale más que mil palabras.
Y a los dirigentes -que también son hinchas- esta vez le pedimos que por las incorporaciones se esmeren, consulten y discutan, pero que no se duerman.
No estamos diciendo que rifen el club o paguen lo que no se puede, sólo que cuando esten convencidos de los elegidos, los incorporen antes de comenzar la pretemporada.
El próximo campeonato comienza mas temprano y está muy comprimido por el Mundial.
No podemos traer jugadores que necesitan dos meses para estar a punto o para recuperarse de viejas lesiones. No hay tiempo.
Un duro camino le espera al técnico y al equipo. Y nos espera a todos.
Pero en caso de que suceda lo peor, los que siempre nos quedamos con el dolor somos nosotros los hinchas.
Porque los demás podrán irse, pero nosotros vamos a estar siempre.
Como debemos estar desde el primer partido con Rosario Central.
Transmitiéndole al equipo las ganas de ganar y contagiándoles nuestro fervor.
Desde la tribuna debe bajar el aliento sin fin que alimente el espítitu e infunda el ánimo muchas veces ausente.
Ahora, si la hinchada pone todo, ellos también.
Porque ellos se deben a sus hinchas.
Hasta pronto.