Después de haber tenido una seguidilla de triunfos y un mejoramiento en el juego que auguraba un futuro prometedor, el viaje a Godoy Cruz nos volvió a ubicar en una cruda realidad.
El campo de juego y el árbitro influyeron, pero no
determinaron que Racing jugara unos de sus peores encuentros de hace mucho
tiempo a esta parte, dejando la triste imagen de un equipo que no sabe qué
hacer ante la adversidad.
Pero no es la primera vez que Racing entra a jugar
el partido con una extraña liviandad y placidez, como dando por sentado que va a ganarlo sin problemas, pero
que lo descoloca profundamente cuando es sorprendido por el rival en el primer
minuto de juego y entonces esa falsa tranquilidad se transforma en desesperación
y confusión, incapacidades que no lo
dejan pensar con claridad, por lo que afecta directamente al funcionamiento.
Un funcionamiento que le solíamos destacar pero que
este año lo hemos podido apreciar en partes, ya sea porque le faltan jugadores
determinantes en la creación y en la definición de las jugadas, lo que provoca
un desgaste mental y físico que va minando de a poco la confianza en si mismo y
como sucedió ayer todo los argumentos comenzaban y terminaban con un pelotazo a
Carbonero para ver si podía resolver por sí solo, lo que no hacían los demás.
Un equipo que, a mi modesto entender y con todo
respeto, tiene algunos jugadores que no responden a las exigencias y sus
cabezas gachas indican impotencia y sometimiento al juego del rival, cuando hay
que sacar a relucir esa “rebeldía” en búsqueda de compensar con el esfuerzo lo
que no se logra con lo que se había planificado.
Si bien en mi comentario anterior expresaba que “va
queriendo”, hoy debo decir que Racing dio un paso atrás ante un Godoy Cruz que venía muy golpeado, permitiendo que los
mendocinos con voluntad y pierna fuerte terminaran imponiendo su idea y quedándose
con los tres puntos.
La desorientación y la falta de concentración que
mostró el equipo en los goles de Godoy Cruz (lo de la barrera no se entiende) es
muy preocupante y si no hubiera sido por Arias que tapó un par de pelotas magistralmente,
casi milagrosas y una salvada sobre la línea, estaríamos hablando de una derrota humillante.
Echémosle la culpa a la cancha porque era un
desastre, al árbitro porque debió haber echado al que le pegó el codazo a
Jonathan Gómez y a Ezeiza que casi le rompe el tobillo a Hauche, al VAR por
haber anulado mal el gol de Galván, pero también debemos aceptar que ya sea por
convicción o por otros criterios, Gago no encuentra los jugadores que puedan
resolver las situaciones difíciles con claridad
Dice un refrán popular, el mejor es el que no juega,
pero creo que queda claro que algo ha cambiado, no es lo mismo lo que generaban
Miranda, Alcaraz, Vecchio y Copetti, que lo que hoy nos ofrecen Gómez, Oroz,
Romero y Reniero, quizás aporten algo más Hauche, Morales y Guerrero, pero está
a la vista que hay menos calidad de juego, por eso también es cierto que hoy
por hoy, Matías Rojas, que ha crecido en su rendimiento, se ha convertido en un
jugador imprescindible para Gago.
Afortunadamente Vecchio y Miranda van a volver
dentro de un tiempo.
Pero bueno falta mucho y los resultados de los demás
encuentros de alguna manera aliviaron esta derrota en la tabla, pero hay que
tener cuidado con lo mental porque actuaciones como estas golpean mucho en lo anímico
y desorientan a la hora de tomar decisiones.
Fue una lástima,
porque un triunfo hubiera estado en sintonía con el festejo del día del hincha
de Racing, que recuerda la épica reacción de los hinchas que colmaron el estadio
aquel domingo 7 de marzo de 1999 y con su incondicional pasión lograron dar
vuelta la orden judicial que decía que había dejado de existir.
Mi reconocimiento
a todos aquellos hinchas que lo hicieron posible.
FELIZ DIA
DEL HINCHA DE RACING!
Hasta
pronto.