Al finalizar el primer tiempo me preguntaba que expresión podría utilizar para definir la actuación de este Racing de Úbeda, que demostró que lo que hacía mal el equipo de Pizzi, se podía superar haciéndolo peor.
Terror, horror, espanto, son algunas de las palabras
que encajarían perfectamente en este equipo, donde ya es recurrente que salga a
disputar los partidos distraído, desconcentrado, como pensando en otra cosa, solo
esperando ver que hace su rival de turno.
El ser protagonista parece haberse borrado de la
memoria, por eso Racing siempre da la sensación de ser un equipo ausente, que está en la cancha, pero es como si no
estuviera, como sucedió en esa primera etapa, donde jugadores adormecidos solo
miraban como un equipo práctico lo superaba física y mentalmente en todos los
sectores y en todos los aspectos del juego.
A los 15 segundos el palo lo salvó de no ir perdiendo
y a partir de ese momento se pudo observar como al equipo lo ganaba un desorden
de tal magnitud, que si no fuera por “Chila” Gómez, en este momento estaríamos
hablando de si Úbeda ya había presentado la renuncia, porque era inconcebible verlos
no solo mal parados, sino sin reacción alguna para contrarrestar a los volantes
y delanteros de Patronato que recibían sin marca en cualquier sector de la
cancha y los superaban con una facilidad increíble.
Y mientras el arquero Ibáñez era un espectador de
lujo, Gómez, se iba convirtiendo en la figura del partido, ya que seguía atajándose
todo, incluso hasta un penal dudoso, Sigali se desdoblaba en su esfuerzo y “Licha”
que sigue demostrando que es de una categoría superior, además de esforzarse era
el único que sabía qué hacer con la pelota, pero no se puede jugar en soledad.
Racing no salía de su confusión y estaba sentenciado
a perder por dos o tres goles en esa primera etapa, pero por suerte no ocurrió
y eso le dio la oportunidad de replantearse lo que estaba haciendo espantosamente
mal.
Y así como era cantado que el primero que la iba a “ligar”
era el chico Viera, como si hubiera sido el único responsable de lo horrible
que había jugado el equipo, también era evidente la entrada de Chancalay para
tener por lo menos a priori, un jugador más importante en la ofensiva y un colaborador
a la hora de defender.
Y como si continuaran los milagros Racing sorprende de
entrada a Patronato con dos inesperados ataques que hizo que el partido cambiara
en esos primeros tres minutos, en los que Chancalay tuvo mucho que ver, primero
exigiendo a Ibáñez con un remate desde fuera del área y dos minutos más tarde, después
de recibir un buen pase largo de Copetti, asista de primera y en gran forma a
Lisandro, para que con un toque de calidad, que roza en el arquero, convierta
el primer gol.
Era como despertar de la pesadilla del primer tiempo
y ese golpe de efecto podía haberse convertido en la inyección anímica para
llevar el partido hacia otro rumbo, sin embargo la necesidad de ganar y la
falta de confianza que convive con este Racing, lo llevó a refugiarse cerca de Gómez
buscando aferrarse a ese gol tempranero (lo peor es que lo hace mal).
Eso le permitió a Patronato retomar nuevamente el
dominio del encuentro, logrando un empate que se puede decir, llegó de la forma
menos esperada, porque fue a través de un remate débil y desde afuera del área,
que sorprendió a “Chila” (según sus señas, por estar tapado) y parecía que todo
volvía a darse a favor del local, pero la insistencia de “Licha” hizo que el
equipo se adelantara en el campo de juego, aun quedando expuesto a los
pelotazos sobre una línea de fondo que salvo Sigali daba muchas ventajas pero
con un Chila que seguía respondiendo acertadamente.
Y en un partido que estaba abierto totalmente, donde ya Pillud había reemplazado a Cáceres, Prado a Galván y
Lovera a Alcaraz, tuvo su premio faltando 10 minutos para el final, en una
jugada en la que participan los tres ingresados, pero en la que también interviene el participativo Chancalay, esta
vez determinante al disputar una pelota con Ibáñez y desde el suelo enviarla al
centro del área, para que un Copetti atento le gane de cabeza al central, concretando
de esa manera el segundo y definitivo gol del triunfo.
Después unos minutos, Lisandro, que demostró una vez
más que es el alma de este equipo por todo lo que transmite a través de su
jerarquía, de su energía y de su esfuerzo, que conmueve a propios y extraños,
le deja su lugar a Cvitanich.
Racing volvió a ganar después de ocho partidos, lo
que sin duda a los hinchas nos alegra, pero todos sabemos que no nos puede
hacer ilusionar, porque lo visto ayer sigue indicándonos que el triunfo fue más
producto de una situación casi milagrosa y no de un trabajo donde haya indicios
de cierta recuperación.
Hasta pronto.