Pasó con Colón, pasó con Sarmiento del Chaco, pasó con
Atlético de Tucumán, pasó con
Boca y pasó ayer con San Martín de Tucumán.
De los cinco partidos en cuatro estaba en ventaja.
Y se perdieron en tres y se empataron en dos.
El punto neurálgico es que en cuatro de esos cinco partidos
se daban situaciones límites, es decir había exigencias coyunturales que
obligaban a Racing a tener que ganar si o si esos encuentros.
Con Colón entrábamos a la Libertadores, con Sarmiento del
Chaco seguíamos en la Copa Argentina, a Boca le hubiéramos sacado tres puntos
importantes y contra San Martín, volvía a darse una posibilidad que ya creo no
se va a volver a dar, y era que River había perdido y Boca empatado, situación
ideal para recuperarse del empate anterior y dejar bastante lejos de la punta a
dos grandes que siempre pelean arriba.
Pero parece que esa situación de responsabilidad no es común
para todos los jugadores y entonces se nota claramente que a este equipo le
falta carácter, sobre todo en el medio campo, para decir “aquí estamos
nosotros”, esa condición que debe tener todo aquel que aspira a pelear el
campeonato, pero hoy por hoy es un equipo que desconcierta en situaciones
límites.
El clima pareció enrarecerse, no solo con los papelitos y
rollos que invadieron los cuatro costados del campo o parte de la luz que se
cortó sorpresivamente, sino con los rollos que llegaban desde las tribunas y que dieron
en el físico de un asistente, de Saravia y de García, motivos suficientes para
la suspensión del encuentro, pero parecía que todo valía como en un partido de
verano, porque incluso arrancó sin el 100% de luz.
Pero desde el juego y la actuación de Racing, no son
excusas, porque este equipo si quiere salir campeón debe saber responder con
actitud y con carácter a las diferentes presiones que vaya encontrando en el
camino.
Algo que parece estar en dudas porque el partido de anoche
puede haber sido un caso testigo, ya que nunca Racing se encontró cómodo en el
partido, es como que estaba desorientado mentalmente, porque nunca se mostró
sólido, ordenado y seguro con la pelota, con volantes lentos y estáticos, que
no solo no acertaban un pase, especialmente Solari, sino que no recuperaban
ninguna pelota, permitiendo a los volantes y delanteros tucumanos estar con un
par de pases, frente a la línea de fondo, que increíblemente, esta vez dudó y
se sintió incómoda.
A pesar de todo, Racing se encuentra a los 17 minutos con un
hombre demás, por la expulsión del
arquero Arce, que al salir a cortar un pase largo de Dominguez para Lisandro toca
la pelota con la mano fuera del área y es expulsado correctamente por el juez
Lamolina.
Pero así y todo y aceptando que Carranza, su reemplazante,
tuvo acertadas tapadas, es como que no estaban enchufados y nunca llegó a
imponerse anímicamente ante un rival que en inferioridad de condiciones solo
mostraba fuerza, ganas y vergüenza profesional.
Era evidente que San Martín, por su situación iba a realizar
un partido a muerte, a lo cual Racing debía proponerle un encuentro con
movilidad e intensidad, algo que no se vio en ningún momento, incluso cuando estaba
en ventaja donde debió arrollarlo, pero
quizás se confió demasiado, porque en las llegadas no
concretaba y esa creencia de ser superior sin demostrarlo, le jugó una mala
pasada a Orban y el empate le terminó quitando
la mínima concentración y reacción que le quedaba.
Y entonces lo inesperado, entre los cambios raros del “Chacho”
y la falta de capacidad para cortar la subida de García en el segundo gol.
Yo vengo diciendo que me parece que Racing ha cambiado
respecto al de los comienzos de la era Coudet, no solo porque no cuenta más con
Lautaro, sino porque parece que ha decidido ser menos intenso y arrollador para
aparentemente regular más los partidos, pero recordemos que los últimos que ha
ganado ha sido resignando tenencia y ofensiva para reforzar la última línea con
el “flaco” Donatti”, situación que no repitió ( aon algún otro defensor) en ninguno de estos dos últimos partidos,
aunque hubiera sido casi vergonzoso realizarlo en Tucumán, contra un equipo que
nunca había ganado y que jugó casi todo el partido con un
hombre menos.
Es cierto que en la mitad de la cancha Marcelo Díaz es un
acierto, al igual que Mena en la zaga y Arias en el arco, pero este conjunto
que “nació” en el encuentro con Patronato aunque logró muchos puntos, a mi
gusto nunca llegó a tener la dinámica y el ritmo de aquel del primer semestre.
Es muy difícil rescatar algún jugador pero creo que
Centurión sigue siendo uno de los que en estas situaciones sigue sacando pecho
y también rescato a “Licha”, a pesar de que no tuvo un gran partido, porque Cristaldo
está reemplazando a un jugador con quien hay un abismo de diferencia, dado que
el “Churry” es un jugador con movimiento pero sin mucho peso a la hora de pisar
fuerte el área o aguantar la pelota y el Bou que soñábamos por ahora y por las
razones que sea, está lejos de su mejor nivel.
Podría ser Mansilla la variante que le permita al equipo tener más presencia en el área y algo de esa contundencia que tenía Lautaro.
En el medio campo hay que encontrar la forma de recuperar a Cardozo que nos dió una gran semestre y a Zaracho para que junto con Díaz y Centurión vuelva a tener el juego y el ritmo que nos permitió soñar en aquella primera etapa de Coudet.
Por ahora seguimos primero, pero es un momento donde deberá asomar
la personalidad del equipo, no solo desde las declaraciones sino desde la
presencia y la actitud en el campo de juego, porque es lo que lo va a sostener
y lo va a volver a ubicar en el camino correcto.
Hasta pronto.