En mis últimas notas siempre afirmé que Centurión era el
abanderado de este equipo, aún con su confusión y sus jugadas
mal finalizadas.
Era el jugador que cuando arrancaba te despegaba del asiento
por su velocidad, su encare, su atrevimiento y su guapeza, virtudes nada
fáciles de encontrar en otro jugador del país, que en cada partido generaban
situaciones de peligro y/o faltas a favor cerca del área rival.
Hoy por una situación no muy clara Centurión está fuera del
equipo, con la gravedad de que tampoco se encuentra Hauche que era el otro
jugador agresivo, veloz y encarador y que había comenzado muy bien en los
partidos de verano.
Resultado, nos quedamos sin velocidad y sin agresividad en
ataque, por lo tanto el cambio es radical y a la vista quedó demostrado hoy.
La parsimonia y la lentitud de Racing fue tal que realmente
parecía un equipo que jugaba de compromiso.
Sin amor propio, sin actitud y fundamentalmente sin rebeldía
se arrastraba por la cancha de Rafaela mostrándose como un equipo improvisado.
Una imagen triste de un equipo que sin ser una maravilla nos
había permitido a los hinchas entusiasmarnos porque parecía que sabía a que
jugaba y eso lo había transformado en un rival difícil para cualquiera.
Pero la poca predisposición y entrega que tuvieron esta tarde transformó la ilusión en una quimera.
Como decía mi viejo, vergüenza
debería darles…
Realmente a veces da que pensar una perfomance de este tipo
y siempre aparece el fantasma de si no hay algo más detrás de esta actuación.
Algo que quizás a los jugadores les haya molestado y que
nosotros los hinchas ignoramos.
Ojalá que no sea así, pero tiene que haber una causa grupal
para que todos hayan tenido un partido tan desastroso y lleno de fallas
infantiles, aún en jugadores experimentados.
Hasta pronto.