sábado, 1 de junio de 2013

Teatro como en el teatro.


Seguramente los hinchas en su mayoría, teníamos sentimientos encontrados frente al encuentro que Racing iba a disputar con Quilmes.
Entre el deseo natural de que Racing gane y la satisfacción sin límites que nos puede dar la posibilidad de que Independiente descienda a la B, se nos mezclaban distintas sensaciones.
Yo quiero y deseo que Independiente se vaya a la B, por muchas cosas que hacen al espíritu y a la pasión, pero también porque eso alienta a que se calmen un poco las aguas de las grandes rivalidades, a que baje el nivel de cargadas y por consecuencia de agresiones. (Después faltaría Boca y volveríamos a estar todos en un mismo plano.)
Pero yo quiero y deseo que Racing gane siempre, porque cuando pierde sufro, me deprime y trastoca mi ánimo y mi comportamiento.
Hay algo que no se puede soslayar y es que de esta manera el fútbol –entre otras cosas de la vida- nunca saldrá adelante sabiendo que no se podrá confiar en los otros cuando transita situaciones límites.
Racing viene jugando bastante mal y Zubeldía también se equivoca, pero a mi entender lo de hoy quedó muy en claro de que este partido se jugó sin rebeldía, como a “reglamento”, solo había que dejar pasar el tiempo una vez que se abrió el marcador.
Una jugada ante la cual Racing no opuso resistencia alguna, donde no solo vi mal  a la defensa que le deja el espacio al delantero quilmeño, sino –y me duele decirlo- también a mi parecer, nuestro gran arquero estaba mal parado y no cubrió bien la zona derecha del arco que quedó “liberada” para que Cauteruccio defina.
Un partido donde apenas si hubo un par de jugadas de peligro y donde sobre el final del encuentro Quilmes tuvo un par de posibilidades que finalizaron llamativamente con la entrega a las manos de Saja.
¿Que Racing tuvo una situación de gol? Y sí porque hubiera quedado demasiado expuesto Cámpora si no pateaba, pero no porque las buscara con ansias y con actitud.
Racing planteó un partido sin delantero centro y eso también llama la atención, aunque Zubeldía tiene estas cosas.
Pero también hay que destacar que De Paul nunca intentó pasar a su marcador como lo hace habitualmente cuando juega sobre la izquierda y que él junto con Fariña y Centurión parecían que estaban jugando un picado por sus toques intrascendentes y sus confusas gambetas de potrero, las que finalizaban siempre en los pies de los defensores de Quilmes.
Un encuentro donde no hubo infracciones fuertes, no hubo amarillas y obviamente no hubo rojas.
Un encuentro donde no hubo “enojos” de ninguno de los dos equipos.
Un encuentro donde todo fue complaciente.
Las caras de los jugadores de Racing, desde el “chino” Saja hasta Centurión nunca mostraron una disconformidad, una bronca, un grito. Solo “gestitos” de que mal salió el pase, algo que sonaba a muy falso.
Fue una actuación digna de teatro como en el teatro, donde la gente pudo observar una puesta en escena feliz con un final que llevó a todo el  público a despedir a los actores con un fuerte aplauso y vítores de aprobación.



Hasta pronto.

Twitter: @lito_lococo