domingo, 2 de abril de 2017

El despertar.


Racing entró dormido y fue rápidamente sorprendido por el equipo cervecero, quien desde el vamos lo ahogó y no le dio ni tiempo ni lugar para pensar, lo que le hizo cometer graves fallas.

Después de estrellar un tiro libre en el travesaño de Orión llegó el gol del local, pero Racing siguió sin reacción frente a un Quilmes que, diría, casi que lo pasaba por encima, porque daba pena ver como inocentemente perdía en los mano a mano, en las pelotas aéreas y en las segundas jugadas y como consecuencia de esa desorientación, faltando 3 minutos para el final, Álvarez comete una infracción que deriva en un penal dudoso pero que para sorpresa de todos además,  le ocasiona una injusta expulsión.

Y Racing que antes ya se había quedado sin Vittor, lesionado, ahora le sumaba la salida de Álvarez y además con dos goles en contra.

El partido era más discutido que jugado, pero lo grave era que el medio no daba pie con bola, los laterales se veían desbordados y adelante Bou y sobre todo el chico Martínez eran bien “atendidos” por los defensores.

Que podíamos esperar de la segunda mitad, creo no equivocarme si digo que a los hinchas nos parecía el fin de los tiempos, porque no había centrales en el banco y era imposible soñar con una remontada ante esa mala imagen que había dejado el equipo.

Se jugaba muy mal, no se generaba nada y todo podía terminar en una catástrofe, entonces el primer acierto de Cocca fue ordenar la defensa enviando a el “Pulpo” González a jugar de central, pero faltaba algo fundamental y era la rebeldía en cada uno, ese amor propio que te lleva a lograr lo que creías imposible.

De a poco Racing fue abriendo los ojos, cambiando su actitud y logrando acercarse al arco de Quilmes, y a los 5 minutos tiro libre a favor por una patriada de Insúa, Bou lo hace y Andrada comete mano, nuevamente tiro libre pero ahora más cerca del área, la “Pantera” vuelve a ejecutar otra vez pero de a rastrón y la clava contra el poste derecho del arquero.

Ya era otra cosa y Cocca vuelve a meter mano haciendo entrar al chico Cuadra por Meli, de floja tarea.

Ya se veía otra ambición en el equipo, la defensa con el Pulpo González respondía bien, Insúa subía y marcaba como no lo había hecho nunca hasta ahora, Pillud mejoró al igual que Aued y Acuña se acercó más a aquel que por la izquierda te destruía, pero el abanderado era Bou, a quien parece que no le pesa tener esa responsabilidad de ponerse el equipo al hombro, simplemente que lo hace en silencio.

Bou está muy bien, diría es prácticamente aquel del 2014, creyendo además que la llegada de Diego Cocca le hizo muy bien, porque ahora se lo ve en una tarea más integral, que no solo incluye desbordes y goles, sino asistencias, como la del segundo gol cuando a los 15 minutos y desde la izquierda habilita al centro del área a Martínez, quien anticipándose a su marcador marca el empate.

Era el despertar, porque Racing ya parecía un equipo distinto, un equipo que había reaccionado con fuerza ante la adversidad y a los 25 Cocca envía a Cerro a la cancha por Lautaro para tener un medio campo más equilibrado porque sobre la derecha Cuadra no podía con todo y este cambio le dio la posibilidad de soltarse más y desde ahí encontrar la posibilidad de darle el golpe final a un Quilmes que había sentido el empate.

Acuña y Bou seguían re-enchufados mientras Cuadra ayudaba con su velocidad y a los 40 minutos, Bou que se la entrega al “Huevo, este se la lleva y mete un centro infernal que cruza el área y sobre el segundo palo aparece cuadra para convertir el gol del triunfo.

La locura envolvió a todo el país racinguista, a los jugadores y al cuerpo técnico.

De tener todo perdido se logró un triunfo espectacular, que de una vez por todas nos debe servir para entender que siempre hay que jugar con el convencimiento del segundo tiempo sin que haga falta que nos mojen la oreja para reaccionar.

Hasta pronto.