Seguramente no debe de haber una sola causa que como consecuencia
haya desencadenado este claro bajón futbolístico, en un equipo que hasta el
partido con Vélez contaba con argumentos sólidos, porque se lo veía bastante seguro y convencido de lo que hacía en el
campo de juego, obviamente sin llegar a parecerse al campeón del 2014.
Pero respetuosamente digo que algo tiene que haber pasado para que
esa fe y esa confianza que se reflejaba en el estado de ánimo haya prácticamente
desaparecido de este plantel desde que se reanudó el torneo.
No sé si serán los distintos cambios que propone el técnico o alguna
otra deficiencia o qué diablos pasa, pero yo veo que, tanto en el juego aun
estando en ventaja -ni que hablar de cuando está debajo en el marcador- y en lo
anímico, existe una importante falta de convicción, la que no le permite
desenvolverse con seguridad durante el encuentro.
Pareciera que Racing está dejando de creer en sí mismo y eso
puede ser grave porque lo que se logró con mucho esfuerzo, se puede perder todo
en poco tiempo.
Respecto del partido de hoy y al margen del mal arbitraje de Beligoy, Racing debió aprovechar el momento en
que consiguió el gol para rematarlo, ante un rival que venía muy golpeado, pero
no mostró esa determinación y esa firmeza para ir a buscarlo y en la segunda
etapa dejó ver su peor imagen.
En muchos momentos se pudo observar a un Racing desarmado, que se iba
quebrando a medida que pasaban los minutos, sobre todo a partir del segundo gol
cervecero, pero ya el desorden se había apoderado del equipo antes de ese gol
de penal, cuando Quilmes comenzó a tocar y hacer circular la pelota.
Muy pálida actuación de Racing donde su medio campo fue un
fracaso lo que hace que la línea de fondo ya no tenga aquella gran solidez, mientras Camacho que apareció bien en el gol insinúa en todos sus arranques pero concreta poco o nada y arriba ha desparecido aquel entendimiento de esta dupla que hasta parece haber perdido la potencia y la determinación que exhibía seis meses atrás.
Respetuosamente, un párrafo sobre Gustavo Bou.
Lo veo como disperso, muy tibio, saliendo mucho del área y salvo
un par de desbordes, solo tirando centros, sin el coraje y la pujanza de aquel Bou
que se llevaba a la rastra a sus marcadores y le pegaba al arco con fe, el Bou
que todos aplaudimos a rabiar, el Bou que queremos que se quede.
Hace dos semanas escribí que, quizás le esté jugando una mala
pasada la incertidumbre sobre su pase al
exterior y esto lo lleve a no estar bien concentrado e incluso a no arriesgar
más físicamente, algo normal cuando alguien tiene la gran oportunidad de su
vida.
Por eso como hincha no lo culpo, además posiblemente solo sea una
presunción mía.
Pero no todo pasa por Gustavo Bou, porque el frágil andamiaje que
hoy presenta este equipo va más allá de su presente y mi suposición, por lo que
posiblemente han sido varios los factores que le han hecho perder un poco el rumbo a
nuestra querida Academia, el que espero pueda reencontrarlo a la brevedad.
Hasta pronto.