Con todo
respeto y solo como un hincha de fútbol más, en este blog donde hablo de Racing , que es mi verdadera pasión, quería expresar mi sentimiento sobre
los partidos de la Selección Argentina en el Mundial de Rusia.
En la
novela “Il Gatopardo”, escrita por el italiano Giuseppe Tomasi di Lampedusa,
decía que es necesario que todo cambie, para que todo siga igual…
Y parece
ser que esta alusión, se ha trasladado a la cabeza del hoy entrenador de la
selección nacional, Jorge Sampaoli, dado que en este primer partido del Mundial
de Rusia, ha quedado demostrado que sus ideas primarias, por lo cual sobresalió
y lo han contratado, fueron dejadas de lado y guardadas en el arcón de los
recuerdos, después que a sus oídos llegaran las voces de los que conforman el
grupo histórico, quienes, según dicen, le observaban quienes finalmente debían
estar y jugar, palabras que sin llegar a ser una orden, pueden tener el peso de
hacer variar una decisión.
Es
evidente que hay cierta aceptación para conservar el cargo de técnico de la
selección, como le pasó a técnicos anteriores, entonces con la aparente sensación
de que algo cambió porque agregó algunos pocos nombres nuevos, nos encontramos
que en realidad todo sigue igual y que la revolución que se esperaba desde su
llegada hace un año, no fue más que un chisporroteo de fuegos artificiales,
porque la historia volvió a repetirse.
Para
ciertos nombres la falta de competencia era un problema, pero para otros no, para
algunos sus lesiones eran un inconveniente, pero parece que para otros no, sino
no se entiende como Rojo que estuvo seis meses sin competencia juega en lugar
de Fazio o como Biglia que no entrenó demasiado aparece como titular, cuando
debía haberlo hecho Lo Celso, quien inclusive también bien podría haber entrado
en lugar de Banegas, quien hasta hace tres
días tenía una especie de desgarro en el gemelo.
Hoy pude
ver una selección que si bien dominó la mayoría del tiempo y tuvo la tenencia
de pelota, tocaba y tocaba, pero prácticamente no desbordaba ni inquietaba
demasiado al arquero rival, porque esa tenencia y ese toque que era más que
tener paciencia, terminaba por adormecer, por aburrir, ya que nadie rompía
líneas o proponía movimientos sorpresivos.
Hubo en
parte recuperación de Agüero, que creí que era el que más lo entendía a Messi y
por fin pudo convertir en un mundial, pero una grata aparición fue la del chico
Meza, sobre todo en el segundo tiempo cuando pasó al medio y fue más atrevido, al
igual que lo hizo Pavón en los pocos minutos que jugó, dando muestras de que había
jugadores locales que podían haber reemplazado a algunos jugadores históricos.
Islandia,
fue un equipo que colaboró para que Argentina tenga ese dominio y esa tenencia de
pelota, porque no le interesaba demasiado disputarle el campo y la posesión,
proponiendo un partido de muralla defensiva ordenada y segura, a través de su
arquero y sus dos líneas de cuatro que casi nunca dudaron, que fueron fieles a
sus posibilidades, que no apelaron al juego mal intencionado y sobre todo
tratando de no cometer infracciones cerca del área, que si bien las hubo, no fueron
tantas.
Mientras
Argentina no encontraba por donde entrarle, con un Biglia que no sabía donde
ponerse y que hacer, de Di María que no concretaba un desborde y con un Meza muy
estático en la derecha, consigue a los 20 minutos el gol fruto de un disparo sin
claridad de Rojo, que le cae al Kün Agüero en el punto del penal, quien con su
calidad la domina muy bien y con un gran movimiento se fabrica el espacio para luego
pegarle en gran forma y colocarla sobre el palo derecho del arquero. Golazo por
la definición.
A partir
de ahí creo que todos pensamos que Islandia iba a salir y se darían los espacios
para que Messi y nuestros delanteros pudieran hacer de las suyas, pero no fue
así ya que nórdicos salieron como pudieron a pelear un poco más adelante y a los
5 minutos llega al empate desde la derecha con un centro que desconcierta a
Caballero y todo el fondo, para después de
unos rebotes el jugador número once la meta en el arco argentino golpeando en
lo anímico a un equipo inseguro, donde todo dependía de lo que hacía el mejor jugador
del mundo.
La
segunda parte encontró a un equipo sin cambios y en una jugada fortuita, donde
el defensor de Islandia por mirar la pelota tropieza con los pies de Meza
dentro del área y le permite a la Argentina tener un penal a su favor, algo que
estaba fuera del trámite del partido porque Islandia seguía ordenado y bien
estructurado.
Va Messi
y cuando todos descontábamos el segundo gol, desperdicia la oportunidad pateándolo a una zona que normalmente a los
arqueros se les hace más fácil atajarlos, (a media altura y no tan pegada al palo, salvo
que sea engañado), lo que definitivamente lo derrumba y casi abrumado por su
falla del penal, transitó la parte final del encuentro buscando desde fuera del
área para ver si podía revertir su error.
Pero hay algo que parece inevitable y es que el
verdadero Messi juega en el Barcelona, ese a quien muchas veces se lo ve como
que no entra en juego, como que se desentiende, para luego aparecer y ser
maravilloso, el que viene aquí no va a lograr nunca, porque en la selección él
es como un injerto y entonces por ser quien es en el mundo o por una cosa o por
otra, obliga a sus transitorios “socios”, con quienes no tiene aceitado sus movimientos
y su juego, a buscarlo permanentemente y eso le quita sorpresa a él y decisiones propias a sus compañeros
de equipo, entonces termina poniéndose el equipo al hombro desde el minuto cero,
buscando solucionar todo con su gambeta o con su pegada y a veces, como hoy, no se da.
Todavía
está a tiempo para corregir defensa y medio campo, buscando lograr un triunfo
sobre Croacia que nos ilusione y le permita a la Selección Argentina llegar al
último partido con esperanzas ciertas de clasificar a octavos.
Hasta
pronto.