A pesar de la reunión y promesas de respaldo después del partido anterior, Gago y el plantel nos han entregado una nueva frustración frente a Platense.
Es evidente que hay una razón que los llevado a
transitar por este camino lleno de derrotas y de desconcierto total, que siguen
ocultando con argumentos sin contenido cierto, porque la deplorable
presentación ante Platense, no hizo más que confirmar que todo lo que expresaron
jugadores y técnico fueron palabras al viento, ya que en el campo de juego pudimos
observar a un equipo desorientado que se
iba entregando mansamente, mientras en el banco veíamos la imagen de un Gago
vencido.
Un Racing sin líderes y quebrado anímicamente, parece
haber entrado en una etapa pasiva, de resignación, logrando solo 1 punto en los
últimos 7 partidos y acumulando 26 goles en contra en el torneo, por lo que no
resiste mucho análisis.
Y así no va, porque el que sufre es el hincha, que
ve partido a partido como Gago desorienta con sus formaciones y el equipo lo manifiesta con sus alarmantes inseguridades y acciones, aun en sus jugadores
más importantes como Arias y Sigali.
A todo eso le podríamos agregar como detalle que a pesar de no rendir satisfactoriamente Moralez y sobre todo Cardona, no deben
sentirse nada bien al ver que Gago, por encima de ellos, elige a chicos
debutantes en un período de resultados catastróficos y los hace entrar faltando
15 minutos para que finalice el encuentro.
Según Gago
hay problemas que corregir, pero dice que no sabe cuáles son...entonces algo queda
claro, una de las dos partes es culpable, el plantel, que si de verdad lo banca, que en la cancha ponga lo
que hay que poner, porque la sensación es todo lo contrario o el técnico, que sabe que el hilo se corta
por lo más delgado.
Con todo respeto creo que algo se rompió entre ellos y siempre hay un motivo por lo cual sucede, aunque de ambos lados quieran
soslayarlo con discursos convencionales, por lo que me parece que este ciclo, de difícil solución por estar
jugando la Libertadores, está llegando a su fin y no se ven argumentos serios que
puedan frenar una decisión impostergable, salvo un milagro.
Hasta pronto.