En un espectáculo sin luces y sin magia, un payaso nos hizo sonreir…
Que difícil es ver tranquilo un partido de Racing. Sobre todo cuando tenía grandes esperanzas de que habíamos encontrado el camino correcto para seguir avanzando en este torneo. No para creernos que estamos para campeones, pero sí para poder ver de una vez por todas, un equipo que muestre un andar más seguro, menos cauteloso.
Yo trato de aceptar y comprender que el estadio de Newells Old Boys siempre fue un recinto complicado para cualquier equipo, pero no puedo digerir lo que pasa por la cabeza y por los pies de algunos jugadores. Entiendo lo de la presión del marco, porque a los rivales de Racing les pasa en el cilindro de Avellaneda, pero no puedo admitir que haya jugadores como Cáceres que cumpliendo una tarea donde casi todo lo hizo mal prosiga en el campo de juego. Y aquí me quiero detener con este jugador sin ensañarme ni nada que se le parezca ya que mi mirada es solo la de un hincha que escribe lo que siente.
En la nota anterior ya me había expresado sobre él, y hoy quiero resaltar este concepto. Cáceres es uno de los jugadores que por razones tácticas y estratégicas más está en contacto con la pelota, pero lamentablemente todo lo está haciendo pésimo. Marca mal y cuando tiene la pelota en los pies las pasa todas equivocadas o intenta jugadas personales que terminan en contragolpes del equipo rival. ¡Y sigue en la cancha! ¿No se puede cambiar el lado de ataque, es decir que vaya Cahais y se quede atrás Cáceres o bien hacer un cambio cuando termina el primer tiempo?
Respecto del resto de Olivera tuvo un muy buen partido. Atento, rápido y decidido. La defensa tuvo en los centrales lo mejor. En el medio me parece que hay partidos en los que hay que ponerle un hombre al lado a Yacob ya que siempre estuvo en desventaja. Fernández trabajó bien sobre todo tapando a Vella ( no se porque salió ) y Litch no desentonó. Toranzo estuvo intermitente, pero habilitó muy bien a Luguercio en el segundo gol. Y Gío, el cual me gratifica verlo jugar, hoy estuvo como afuera del partido. Con algunas pinceladas de su estilo, pero sin comprometerse demasiado y eso le hace daño al equipo. No me desagrada que seamos Gío-dependiente porque él es el diferente y él debe conducir y transmitir a través de la seguridad y calidad de su juego, ese crecimiento que por momentos aparece, pero que hoy no se vió en Rosario. Racing necesita que Gio se obligue más, que su intervención no termine al dar un buen pase o hacer un taquito… Adelante solo voluntad, pero hoy con una válida excusa: la pelota no llegaba “limpia”, pero tampoco “sucia” y así es imposible jugar.
Y cuando todo estaba casi perdido y la angustia nos envolvía a medida que pasaban los minutos, Russo apela a Luguercio quien interviene en dos jugadas que nos hacen ganar el partido. El primero gracias a un buen desborde y mejor centro del “payaso”, lo concreta Hauche y el segundo define luego de recibir un buen pase de Toranzo.
Sí, en un espectáculo sin luces y sin magia, un payaso nos hizo sonreir…
Ahora se nos dio lo que no buscamos. Esperemos saber aprovecharlo el fin de semana próximo cuando recibamos a Quilmes.
Hasta pronto.