lunes, 4 de diciembre de 2023

Un club de compra-venta.

De qué hablar hoy, de  lo que fue o de lo que vendrá, de la desilusión o de la esperanza, lo único certero es que fue un año difícil de digerir y aunque la pasión me lleve a sobreponerme de todas esas broncas y angustias vividas, no puedo dejar de aceptar que los malos resultados me cambian el humor y hasta hay algunos que me condicionan en la vida diaria.

Salvo la copa ganada a Boca en Enero, no hubo más alegrías y a través de todo el año los sinsabores comenzaron a escribirse en la orden del día, con decisiones que fueron más improvisaciones que planificaciones serias y que llevaron al equipo a transitar dentro de una fragilidad anímica de la que nunca pudo salir, aun después de esta aparente remontada final que lo ubica en la Copa Sudamericana, pero que no le alcanzó para ganar en los cuartos de final.

Son muchos los factores que lo llevaron al plantel a tener esa inestable participación que los llevó a fracasar deportivamente en todos los torneos, indiferencia, malas incorporaciones, ausencia de liderazgo y falta de audacia, un combo demasiado peligroso que le hizo perder gloria a la institución.

La culpa parece que siempre la tuvo el otro, pero es de todos, menos de los hinchas que con esa pasión inexplicable, siguen diciendo presente y alentando por Racing.

Racing estaba a tres partidos de salir campeón y después de sorprender a Belgrano en la última fecha con un buen juego, anoche frente a Rosario Central tenía la oportunidad de pasar a semifinales, pero volvió a mostrar antiguas fallas defensivas individuales (Arias y Sigali) y grupales, que parecen no tener solución, con el agregado de que ofensivamente le cuesta encontrar el gol, sobre todo ante rivales que tienen un orden defensivo.

No hay verdades ni perfecciones absolutas, pero hay miradas distintas sobre un mismo hecho y es lo que te pueden acercar o alejar de la victoria y a mi modesto entender me pregunto porque si Campaz era el jugador más importante de Rosario Central, la marca fue Mura, que no marcó ni atacó bien, no sorprendió nunca y todos sus centros fueron mal ejecutados, pero sin embargo siguió en el campo de juego cuando debió salir él y no  Colombo, porque eso hizo llevar a Moreno a la línea de fondo.

Otra pregunta que me hacía es porque cuando entró Vecchio por Nardoni (un jugador que cuando pierde la pelota vuelve al trote y además no tiene claridad ni es certero al entrar al área) no lo hizo también Roger Martínez para guardarse un ventana más de cambio, con el agravante de que sacó a Baltazar Rodríguez y no a Hauche, que no estuvo bien en los pases, en las definiciones y en los centros.

Decía una ventana más porque  se podía haber utilizado antes que finalice el tiempo oficial, por ejemplo, en el cambio de arquero, sabiendo que Arias no es atajador de penales, por lo menos para sorprender al rival.

Juanfer fue el mejor porque que volvió a mostrar su gran calidad, con sus toques, sus remates y su excelentes pases que dejaron en posición de gol a Hauche y a Ojeda, pero a Vecchio no lo vi tan seguro (quizás condicionado por su amor a Central) pero supo asistir a Roger que terminó haciendo un golazo.

Y por último me llamó la atención la displicente forma de rematar los penales de Moreno y de Sigali (lo pateó exactamente igual que ante Boca en la Libertadores), sobre todo jugándose una instancia final y sabiendo bien porque en su experiencia los habrán hablado miles de veces, que no se patean a media altura o no tan esquinado, salvo que lo hagan engañando al arquero, algo que ni intentaron o por lo menos no se notó.

El futuro es incierto, desde la dirección técnica hasta los jugadores, porque desde hace unos años Racing se ha convertido más en un club de compra-venta que de proyectos serios y ambiciosos en el fútbol, por lo que seguramente el 2024 volverá a regalarnos otras sorpresas, rogando que esta vez las incorporaciones reditúen de acuerdo a la inversión, lo que por ahora no sucedió en la mayoría de los casos.

Hasta pronto.  

 

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