domingo, 18 de mayo de 2014

Triste y solitario final.


Como la muerte termina muchas veces con el sufrimiento de personas afectadas por largas enfermedades terminales y al mismo tiempo le dan también un cierre al dolor y la angustia que vienen padeciendo todo ese tiempo los que lo quieren y lo rodean, diría que el cierre del campeonato para este equipo de Racing , enfermo terminal de derrotas en la temporada que acaba de finalizar, fue, por lo menos para mí, también la culminación de un largo calvario.

Desde todo punto de vista y robándole prácticamente el título a la novela de Osvaldo Soriano, digo triste y solitario final para un plantel frágil e inexpresivo, que hizo todo lo posible para lograr la hazaña de perder 21 de los 38 partidos.

Triste, porque habría que hurgar bien hondo para encontrar algo rescatable durante los dos torneos en un plantel que, parece ser, lo único que hizo fue jurarle amor eterno a Zubeldía, porque sino no se entiende como les ha afectado anímicamente y mentalmente la salida del “amigo” Luis, con la desgraciada consecuencia de no aceptar a ninguno de los otros técnicos que le sucedieron, en lugar de dejar todo por el club que les paga, por la gloriosa camiseta que visten y por los hinchas que siempre los han respaldado.

Solitario, porque de alguna manera sin técnico, han quedado solos ante el mundo y hoy en Mendoza, aunque no se admiten visitantes, la tribuna vacía sin hinchas de Racing fue la mejor imagen para la despedida, aunque lamento que hayan sido en su mayoría chicos quienes hoy tuvieron que dar la cara en el partido final de un ciclo que se hizo interminable y no los verdaderos responsables de esta campaña, que podría haber finalizado de manera catastrófica si hubiera durado algunas fechas más.

Nada se puede lograr con jugadores que han perdido la autoestima, por lo que espero que el técnico que sea elegido para dirigir a Racing, tenga la suficiente autoridad, ascendencia y pedagogía para poder devolverle o inculcarle a los que queden en el nuevo plantel, ese amor propio y esa estima que todo ser humano necesita para afrontar las responsabilidades que el destino les pone en su camino.


Hasta pronto