domingo, 28 de abril de 2019

Volver a poner la máquina a punto.

No es fácil retornar a la normalidad después de haber logrado el campeonato.

Desde los festejos hasta la lógica relajación física y mental por lo logrado, sumándole que ya está clasificado para la Libertadores, hacen que no sea nada sencillo introducirse nuevamente en la competencia.

Como profesionales se les puede exigir entrega, voluntad, actitud, etc. es decir todo lo que involucra al jugador respecto a cumplir con quien lo ha contratado, pero después de tres semanas cuesta volver a poner la máquina a punto, a tener la concentración y la precisión en el juego, a lograr esa intensidad que fusiona cuerpo y cerebro, porque además se necesita de una competencia que los exija semana a semana.

Y anoche, frente a Estudiantes, eso se notó, porque un equipo de jóvenes, que si bien no inquietaban demasiado, le propuso un encuentro intenso y Racing lo sintió porque debió realizar un esfuerzo por demás exigente para sacarse de encima la molesta presión de los chicos, lo que al no estar al ciento por ciento lo llevó a terminar el encuentro con mínimas fuerzas y sin ideas.

Así y todo, en el primer tiempo, logró hilvanar algunas jugadas asociadas interesantes, por la capacidad de  Cvitanich, el mejor en esa primera etapa y la conducción de “Pol” Fernández, que estuvieron dentro de todo a la altura.

Y el gol llega justamente en una gran jugada asociada, donde finalmente Cvitanich resuelve con inteligencia cuando desde la derecha, después de sacarse dos hombres de encima, cambia sorpresivamente para la izquierda asistiendo a Cristaldo, que entrando por el centro del área, concreta de cabeza.

Antes de esa acción hubo otra situación para abrir el marcador, como la que tuvo Solari, quien ante otra gran asistencia de Cvitanich, queda solo por derecha, pero su disparo es desviado por Andujar al corner.

La segunda parte mostró justamente ese déficit físico del equipo, con jugadores extenuados y retrocediendo más de la cuenta, lo que le permitió a Estudiantes tener mucho más la pelota y como consecuencia el dominio de ese período.

Hubo un buen trabajo de Sigali y a mi gusto también de Soto, si bien no en el nivel del “Oso”, pero la figura volvió a ser Arias, demostrando que es sin dudas uno de los tres mejores arqueros de la Argentina.

Racing como equipo fue solo una suave expresión del campeón, pero esta exigencia le puede hacer despertar su esencia, su orgullo y demostrar de aquí en adelante porque fue el mejor.

Hasta pronto