Racing
se encuentra en un laberinto cada vez más estrecho por el que avanza
angustiado, nervioso y confuso, sabiendo que se le hace cada vez más difícil
encontrar la salida.
Este
equipo que hace mucho tiempo carece de ideas hoy dejó en claro que perdió la
confianza en su conductor de grupo, aquel que debe
brindarles seguridad en sus conceptos e indicarle cual es el camino.
Esto no
quita responsabilidad a los que integran ese plantel, ese grupo y que son los
que tienen el deber como profesionales de por lo menos ofrecer, aún en la peor
de las jornadas, todo el esfuerzo que puedan, porque todos aquellos hinchas que
concurren a la cancha, como los que los escuchamos o los vemos por otros
medios, merecemos una respuesta diferente, totalmente opuesta a lo que se vio
hoy en el Cilindro.
Peor
imposible.
Un
equipo desarmado en todas las líneas, inseguro, con jugadores que parecen no
conocerse y que los han citado para una
prueba, más comparable a un rejuntado de barrio que a un equipo profesional.
Frágil
por donde se lo mire. Sin respuestas en ningún sector. Tratando de sacarse la
pelota de encima y con un arquero que ya no logra convertirse en “salvador” y
donde sus gritos mueren en si mismo.
Todo se
ve alarmante, la falta de referencia en el área, la endebles del medio campo y
la inconsistencia de la línea de fondo, nos pintan un futuro sombrío.
El
desandar de un Racing desorientado nos está marcando que cuando un equipo no
sabe lo que busca, no sabe a lo que juega, por lo que creo que es el momento
de replantearse objetivos y responsables para lograr los mismos.
Porque desde
que Carlos Ischia asumió el equipo, éste no muestra reacción alguna y se va
resquebrajando cada vez más.
Si pasan
otras cosas ( comentarios de disconformidad se escuchan en muchas audiciones
partidarias ) que se encierren una semana y se digan las cosas de frente, como
debe ser.
No hay
otra salida.
Deben
entender que el club y los hinchas están por encima de ellos.
Hasta pronto.
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