domingo, 5 de mayo de 2019

Un equipo que funciona con baja tensión.

Hablaba la semana pasada de lo complicado que es retomar el ritmo de un campeonato después de haber logrado el título máximo del mismo y decía entonces que en ese instante es como que cuerpo y alma se aflojan, dejándose llevar dentro de una nube plena de felicidad durante unos cuantos días.

Tratando de hacer una comparación, algo similar le paso a River cuando después de ganarle a Boca en España la final por la Copa Libertadores, al retomar actividad después de tomarse un descanso perdió 3 encuentros consecutivos.( Defensa, Unión y Patronato).

Si bien hay un compromiso desde la obligación profesional, no deja uno de sentirse todavía colmado de placer por el logro obtenido, entonces el cuerpo es como que no percibe ese estrés que genera la alta competición permanente y el volver a empezar parece no ser sencillo.

También llama la atención la cantidad de lesiones musculares que se están dando y aplicando solo el sentido común, tengo la sensación de que todo está relacionado a la lógica relajación que invadió a un plantel que cargó con una mochila pesada sobre sus espaldas durante 22 partidos.

Respecto del partido, Racing en el primer tiempo apareció como un equipo muy largo, con  jugadores sin reacción y lejos unos de otros, desconectados, que le daban a sus rivales la posibilidad de recibir con tranquilidad y manejar casi a gusto la pelota, que por suerte, salvo en una sola jugada donde un Arias atento se jugo todo, insinuaba más de lo que concretaba

Con un medio campo de rendimientos muy bajos,  solo intentó  llegar a Andujar  con centros desde los costados través de las subidas de Saravia, que no encuentra su mejor nivel y de Soto, quien si ha levantado mucho el suyo haciendo lo que siempre hizo, arriesgar buscando salir jugando, pero ahora lo hace con más seguridad,  con más confianza.

El segundo tiempo, con un rival un poco más cansado por el esfuerzo realizado en la primera mitad y con un Racing que de a poco fue despertando de ese largo letargo en el que está inmerso, con un mejor trabajo de Zaracho, de Soto y de un jugador que realmente sorprende por su ductilidad y personalidad, Dominguez, de lo mejor del equipo.

A medida que corría el reloj, Estudiantes ubicaba más delanteros y menos defensores y eso permitió que la Academia tuviera más campo para el contragolpe generando algunas jugadas para abrir el marcador que  no se concretaron por buenas intervenciones de Andujar  o por fallas en la definición y por la toma de malas decisiones en el pase final.

En síntesis, Racing hasta ahora parece un equipo que funciona con baja tensión, un equipo al que le bajaron la llave y sin la energía plena ya no rinde ni física ni mentalmente, por lo que debe buscar el modo de recuperar el alto voltaje que le permita sacudirse esa modorra, esa sensación de embotamiento de los sentidos, para poder reencontrarse con el juego que lo caracterizaba y que lo llevó a consagrarse campeón.

Racing por el gol de visitante pasó a la próxima ronda de encuentros, esta vez frente a un rival que tiene muy poco que perder, pero mucho que ganar, porque ya está descendido y esa carga ya no la sufrirá, mientras que nuestra querida Academia deberá dar muestras de una mejora futbolística, para seguir avanzando y aspirar a jugar la final de esta Copa de la SuperLiga.

Hasta pronto.


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