sábado, 14 de mayo de 2016

Sin objetivos, sin actitud y sin hambre de gloria.


No se si Sava se tiene que ir o no, porque hay mucho de verdad y mucho de mentira en toda evaluación en un tiempo relativamente corto, pero como decía en mi nota anterior siento cierta decepción porque esperaba mucho más de él con este gran plantel.

Aunque, sinceramente no me sorprendió que Racing jugara este partido como desorientado, porque el golpe de quedar afuera de los dos objetivos no es sencillo de digerir, por más caras simpáticas y palabras grandilocuentes que salgan de boca de los jugadores y del técnico.

Esto nos llevó a ver a un Racing desconcentrado, que ya sin objetivos, sin actitud y sin hambre de gloria, fue superado durante casi todo el partido y obligado a jugar al pelotazo, porque no tenía la mínima posibilidad de generar una jugada, por lo menos  hasta después del segundo gol del local.

Racing fue superado en todos los sectores y se pudo observar a sus jugadores totalmente  dispersos, aislados, todo lo contrario de lo que sucedía con los de Defensa y Justicia, quienes se desdoblaban en defensa y ataque, presionaban cuando un jugador académico recibía la pelota y disputaban la misma como si fuera la última.

Así y todo creo que Sánchez y Cabral no estaban tan mal, pero debían prácticamente solos enfrentar a los delanteros y volantes rivales, porque los marcadores de punta y los volantes, salvo Acuña, no recuperaban y entonces el aluvión era permanente, aunque gracias a Dios, el primer tiempo no comprometieron tanto a Saja.

En la segunda parte Racing reemplazó a un pálido Noir con Romero, al que le cometieron frecuentes infracciones que Laverni no cobró, (tiene un reglamento propio) para darle un poco de pausa al juego y asegurar más la pelota aunque nunca pudo hacerse dueño del partido y de alguna manera siguió sufriendo de la misma forma.

Seguía mostrando una llamativa lentitud mental en las decisiones y falta de reacción para tratar de  hilvanar alguna jugada que le permita poner en situación de gol a Lisandro y Milito, quienes seguían absorbidos por las férreas marcas de un equipo que tuvo gran dinámica y jugó muy bien porque supo a que jugar.

Solo quedaba la esperanza de un buen lanzamiento de Romero, como sucedió en el gol que Bou concreta para el descuento, cuando ya estábamos dos a cero abajo.

A partir de allí Racing es como que tomó un poco de impulso, también permitido por un retroceso natural de su rival y tuvo la posibilidad del empate si Laverni hubiera concedido el penal que reclamó Milito.

Sobre los cambios me alegro que Bou haya vuelto a convertir y sigo preguntándome porque no se le da a Pereyra una oportunidad de estar más tiempo en cancha y no faltando solo 5 minutos.

Hasta pronto



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