Más que un triunfo, fue un desahogo.
Eso me pareció este partido exactamente.
Con un primer tiempo que mostraba un Racing inexpresivo, con el natural nerviosismo que dejó el mal trago del clásico. Porque como decía la semana pasada, normalmente el clásico se convierte en un encuentro de quiebre, que impulsa al ganador y bloquea al perdedor. Pero se dio al revés. Perdieron los vecinos, mientras Racing logró ganar.
De cualquier manera debemos mejorar mucho para aspirar a posicionarnos en los primeros puestos, y preocupa el poco juego que exhibe el equipo.
Racing metódicamente sale en cada partido a ver que hace el rival y creo que si anhela pelear arriba hay que presionar mucho más y tener la iniciativa, sobre todo jugando de local.
De los pies de los defensores salen simplemente pelotazos a cualquier lado para que se las arreglen los de arriba (Obviamente que si se sienten inseguros es mejor eso a que salgan tratando de gambetear) y además hoy con la gravedad –sobre todo en el primer tiempo donde cada pelota que cruzaba el área se convertía en una jugada de peligro a favor de Argentinos. En el medio no marcamos como corresponde. A mi modesto entender no se puede dejar jugar a Ortigoza y Mercier libremente. Es preferible que la pelota pase por otros jugadores del rival. Pero esto no sucedía y el descontrol de Racing se acentuaba, mucho más a partir del gol de los bichitos. Arriba comenzó bien Giovanni y se fue diluyendo, mientras Hauche y Bieler esperaban alguna pelota punzante a ras del piso, algo imposible después de los primeros quince minutos.
Por suerte en el segundo tiempo el equipo se recuperó anímicamente y disputó más esa media cancha. Creció Toranzo y también Giovanni, mucho más después del golazo de tiro libre. El partido se abrió, eso mostró a un Argentinos más desarmado y dejando más espacios, mientras Racing contagiado por su hinchada fue a buscar el triunfo que se consiguió a través de una buena jugada donde Bieler la deja pasar para Moreno quien define como los dioses.
Evidentemente Giovanni Moreno aporta esa cuota de calidad y tranquilidad que necesita todo equipo y queda demostrado que este Racing necesita mucho de él.
Pero este partido era especial, fundamentalmente por la caída anímica que había sufrido el plantel siete días atrás, y había que romper con la historia de que perdiendo el clásico el equipo seguía acumulando derrotas, sobre todo porque ahora llega River y de visitante.
Por eso más que un triunfo, fue un desahogo que nos permite ir al Monumental con otra mentalidad, sabiendo que podemos ganar, confiando en uno mismo y jurarse “yo puedo”, para romper con esa idea de que “nos ganan con la camiseta”
Deben entender que si esta hinchada nunca se entrega, un jugador de Racing nunca se rinde.
Hasta pronto.
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