La semana anterior nos entregaba la certeza de que Pizzi ya no iba a continuar y el interrogante de como haría Úbeda para cambiar en pocos días, la disposición mental de un plantel golpeado anímicamente por perder el clásico.
Seguramente, como en todo grupo, la salida del
técnico afectó a algunos y benefició a otros, pero por encima de esa situación,
se daba lo más importante y era lo que tenían que asumir y afrontar Ubeda y su
cuerpo técnico buscando que todos retomen la fortaleza anímica que les permita
desarrollar un mayor grado de confianza para encarar el próximo compromiso.
Sabemos que normalmente el clásico se transforma en un
partido “bisagra” con un efecto anímico positivo
o negativo, de acuerdo al resultado, por lo que el punto de partida para Claudio
Úbeda no era nada fácil y estimo que junto a “Chiche” Arano y Juan Fleita,
habrán trabajado más en mejorar la cabeza de los jugadores que en incorporarles
demasiados conceptos sobre la idea de juego.
Por lo tanto aparecía como bastante lógico que nos encontráramos
prácticamente con la misma formación anterior, donde solo como cambio real
mostraba a Garré por Copetti, ya que Cvitanich lo hacía porque Lisandro López está
lesionado en un partido que se iba desarrollando tal cual los anteriores, donde
el aburrimiento me iba envolviendo y el interés se iba ausentando, pero el amor
y la pasión por estos colores no nos hace abandonar.
En ese primer tiempo los arqueros tuvieron poca
intervención y las defensas no sufrieron demasiado ya ninguno de los dos
equipos pudo generar reales situaciones de peligro.
Racing intentaba con alguna subidas de Cáceres y Mena,
pero no encontraban buenas sociedades en Garré incómodo, desdibujado y peleado
con la pelota y en Chancalay más
dedicado a marcar que a construir, aunque fue el único que intentó con algún
remate al arco.
La zona de volantes mostraba a un Moreno activo y en
franco ascenso pero a un Miranda que sigue en bajo nivel, a un Cvitanich que buscó
ser el “enganche” del equipo, que por momentos logró, pero que se nota (quizás por
falta de fútbol) que le cuesta físicamente si baja demasiado, aunque a través
de su experiencia pudo generar infracciones a favor, los que nunca pudieron
encontrar la forma de poder asociarse con un Correa que, sacrificado en sus
movimientos, sigue jugando al solitario
El segundo tiempo trajo las emociones y eso hizo que
en cierta forma el partido se abriera, sobre todo a partir de los 8 minutos, cuando
en un tiro de esquina, Chancalay convierte el primer gol (prácticamente olímpico),
que golpeó a Newell’s y le dio a Racing la posibilidad de aumentar,
cuando una buena jugada del mismo “Chanca” lo deja solo a Cvitanich que en el
al área chica increíblemente no puede dominar la pelota y esta le pega en la
mano.
A los 15 minutos comienzan los cambios, salen Garré
y Cvitanich por Lovera y Copetti, y este último se ubica cerca de Correa, es
decir vuelve a su hábitat natural, donde más rinde, y en un partido que se había equilibrado con los
rosarinos buscando su gol ante un Racing que le fue entregando el campo de
juego esperando dar el zarpazo de contra, que consigue a los 28 de ese período,
un minuto después que Úbeda, como
acierto del destino, reemplaza a Chancalay por Fabricio Domínguez y el
uruguayo, después de un disparo de Lovera que rechaza Aguerre, se anticipa a su
marca y convierte el segundo y definitivo tanto de la Academia.
Faltando pocos minutos para el final, donde ya el
desorden y la lucha se imponían al poco juego que habíamos visto, ante los
desesperados intentos de Newell’s y para
equilibrar el medio campo entra Julián López por Correa, quedando Copetti solo
de punta.
Todo se desarrollaba sin problemas, salvo por un
error sobre la izquierda de Racing que posibilitó que Comba habilite a Scocco en
el área, pero su remate fue detenido con seguridad por el gran Gabriel Arias.
No se jugó bien, pero tampoco se sufrió, lo más importante
es que Racing volvió a ganar y nuevamente mantuvo el cero en su arco, tres
puntos que lo vuelven a instalar en la pelea y le dan al plantel y a Úbeda, la
inyección anímica necesaria para afrontar los objetivos que tienen por delante con
mayor tranquilidad.
Con este triunfo Racing superó la semana “bisagra”, en la que todos los racinguistas creo, teníamos como sentimientos encontrados, porque a la “tristeza” de haber perdido frente a los vecinos y sin saber a ciencia cierta como podía responder el equipo de aquí en adelante, le anteponíamos una cierta “alegría” por la salida de Pizzi, con el fin de equilibrar nuestro estado de ánimo y hacer que todo fuera más digerible.
Gracias a Dios resultó mejor de los esperado.
Ahora a comenzar de nuevo, siempre poniendo lo mejor de nosotros que es el indeclinable aliento, por ahora desde lejos pero siempre desde nuestros corazones, sobre todo para este cuerpo técnico que está conformado no solo por ex jugadores del club, sino que aman a Racing y lo muestran a flor de piel.
Hasta pronto.