Es muy complejo entender este momento de Racing,
donde por un lado viene de dejar afuera de la Copa Libertadores nada más ni
nada menos que al último campeón y por el otro termina último en el grupo que
le toco competir por la Copa de la Liga ahora denominada Diego Armando
Maradona, con solo 3 puntos de los 18 en juego.
Y digo que es difícil de comprender porque la alegría
que recibimos en una copa, se desvanece en la otra, si bien los dos torneos en
disputa tienen un valor diferente siendo la copa internacional, en este caso la
más codiciada.
Es cierto que los grandes tenían la cabeza puesta en
la Libertadores, pero debemos admitir que con sus muy flojas actuaciones, han
llevado al técnico a disponer de los
chicos para afrontar los partidos de la Liga, sabiendo que aunque no haya
descensos detrás de esa camiseta hay un prestigio en juego y para ellos cargar
con esa mochila no debe ser nada fácil.
Si bien la intención es que los chicos tomen estos
partidos como un aprendizaje, el solo hecho de vestir la camiseta de Racing y
representar al primer equipo los lleva a la mayoría de ellos, sin experiencia
previa, a crecer de golpe y a vivir distintas
emociones, a convivir con lo malo y lo bueno con una responsabilidad mayor a la
que venían teniendo, sabiendo que todas las miradas están puestas en ellos.
Por eso considero que por lo menos en esta etapa, la
mejor forma de ayudarlos como hinchas es no juzgarlos, porque el problema ya
está instalado y ellos son lo que deben afrontarlo, pero hay un refrán que dice “no
hay mal que por bien no venga” por lo que quizás, esta dificultad se puede transformar en una
gran oportunidad para estos juveniles.
Hasta pronto.