No hay dudas que Racing es mucho más que Estudiantes
de Mérida, por historia y por categoría de equipo, por eso debía de
ganar diríamos por obligación, salvo que hubiera algún motivo ajeno
al juego en si.
Y algo pasó porque en el primer tiempo el equipo mostró
una imagen por lo menos extraña, como que sintió el esfuerzo y me llamó tanto la atención la falta de reacción de algunos jugadores,
lo que les hacía cometer graves errores.
Se me ocurrió apelar a la experiencia de Hugo
Lamadrid quien me señaló que podía ser el clima, la altura, aunque no era mucha y el cansancio del viaje, a lo que habría que
agregarle un campo de juego blando al que se le levantaban los pedazos de
césped (no dejaron que Racing lo pisara el día anterior) que pudo haber
sido la causa hasta de cierta torpeza en el manejo del balón.
Y las consecuencias de ese
“combo” comenzaron a verse, sobre todo en esa tendencia a la sucesión
de pases para querer salir jugando siempre del fondo, a veces
exagerada, situaciones donde Racing comenzó a dar indicios
de cierta nerviosidad que llevó a ver a varios jugadores (Pillud, Miranda, Díaz,
Sigali, etc.), incómodos, con dificultades para hacer correr la pelota, que parecía
trabarse en el piso.
Todo eso sumado a una especie de adormecimiento y tozudez
, como le pasó a Martínez en dos oportunidades similares por no desprenderse
más rápido de la pelota, generando situaciones a favor del local que podrían
haberse convertido en goles a no ser por las acertadas intervenciones de
Gabriel Arias.
Así y todo en ese primer tiempo Racing tuvo
posibilidades claras para abrir el marcador y la mayoría estuvo en los pies de
Zaracho, que si bien realiza buenos movimientos y es el volante que más pisa el
área, tiene un gran déficit, que se ha convertido en su mayor defecto y es la
definición, también lo tuvo “Licha” pero quedó fuera de ángulo cuando quiso
picarla sobre el arquero.
El panorama no era nada alentador y era realmente
incierto lo que pasaría en la segunda mitad, porque Racing debía cambiar, tener
otra actitud, pero como terminó ese primer tiempo con una imagen de estar como
“ahogado” no daba muchas esperanzas de poder activarse.
Todo pareció desmoronarse cuando a los tres minutos
un centro desde la izquierda supera a toda la defensa académica incluido el
arquero y encuentra a Rivas sobre el palo opuesto que empujándola con los
muslos somete a Arias, logrando el gol de Estudiantes de Mérida.
Pero increíblemente ese tanto provocó el despertar
del, hasta ese momento, pasivo Racing y todo comenzó a revertirse a partir del
gran trabajo de Eugenio Mena, un jugador que fue contagiando a sus compañeros y
quien desde su posición de marcador de punta, con actitud, juego e
inteligencia, generó todas las jugadas de peligro que le dieron al equipo la
convicción necesaria para dar vuelta el partido.
Así llegó el gol del empate después un saque de
banda que habilita a Reniero, quien luego de superar a su
marcador, dispara al arco pero su remate es desviado por el arquero, aunque la
pelota rebota en la lucha de Zaracho con su marcador y el “príncipe” que
siguió la jugada, de cabeza concreta el gol de la igualdad a los 25 minutos de
esa segunda parte y a partir de ese momento Racing se fue agrandando porque ese gol le aportó el aire necesario para seguir creciendo, siempre detrás de la bandera que llevaba el chileno
Mena, la figura del equipo.
Como parece que a Beccacece le gusta
sorprender, vuelve a hacerlo al reemplazar a Reniero, cuando estaba
emocionalmente en un momento insuperable, para ubicar a Barbona.
El equipo, ya con otro animo siguió teniendo el
control del partido y buscaba seguir atacando por la zona de Mena y a los 80
minutos llega el gol que ansiábamos todos, Garré (que en el primer tiempo había
reemplazado al lesionado chileno Díaz), recibe sobre la izquierda, empala la
pelota por sobre un rival para Barbona que entra al área y habilita a quien: si
a Mena quien en posición de patear prefiere hacer un amague para después
asistir a Zaracho, quien esta vez la mete sobre el segundo palo, ante la mirada
de todos los defensores y el arquero.
Racing lo daba vuelta y ya había cambiado
completamente el trámite, porque el local solo atinaba arrimarse con intentos
personales que terminaban siendo controlados por la defensa racinguista.
A poco del final, Soto reemplaza a Rojas para ayudar
a cerrar esta victoria, para comenzar a sumar de a tres en la Copa, tras
un partido que tuvo un primer tiempo tan flojo como extraño y una vuelta de
tuerca total en la segunda mitad, logrando un triunfo que sirve para ir
mejorando.
Los hinchas de Racing sabemos que en la Libertadores, para poder disfrutar,
primero hay que saber sufrir, por eso debemos seguir alentando aun en
los momentos negativos y si somos críticos no ser destructivos con este grupo
de jugadores que nos viene dando muchas alegrías y que ahora dirigidos por Sebastián Beccacece ya nos brindó la mejor de la historia local: el triunfo frente a Independiente con 9 hombres.
Hasta pronto.