Racing fue a la
Bombonera a buscar el triunfo que todos los hinchas de Racing ansiábamos,
aunque por dentro sabíamos que no iba a ser tan sencillo, no solo por el
escenario, sino porque no venía mostrando esa presencia y ese plantarse de
equipo seguro, como aquel de los mejores momentos en los comienzos del “Chacho”.
Pero hoy sin
realizar una tarea extraordinaria, ganó bien, porque supo disputar el partido,
con personalidad y con actitud, tratando esencialmente de no perder el orden y la
calma, eso que se necesita para saber sobrellevar los momentos difíciles de un
partido caliente, sumado a la presión que suele imponer ese escenario.
Y Racing hoy jugó
un buen primer tiempo, donde tuvo bastante dominio del encuentro y generó las
mejores situaciones de gol (una fue gol de Zaracho y la otra la salvó Andrada) contra
un Boca de Alfaro, que siendo local extrañamente se plantó para la contra y que
nos complicó solo cuando la pelota le llegaba a Villa, quien por suerte llegaba
solo hasta el fondo y sus centros no tenían receptores o eran rechazados por la
defensa académica.
En la segunda
mitad se dieron dos cosas que llevaron a lo mismo, Boca, con Mauro Zárate en la
cancha, fue a buscar no solo el empate sino un resultado que le permita salir
ganador del encuentro, mientras Racing se cerraba cerca de su área tratando de
explotar los espacios que dejaban los locales.
Pero aunque había dominio
de Boca, Arias no sufría casi ninguna jugada real de peligro, quizás la de
Villa sobre la izquierda que cubre yendo al suelo con su cuerpo, después creo
que no hubo otra situación que comprometiera seriamente a nuestro arquero.
El planteo estaba
claro, mientras Alfaro agregaba jugadores ofensivos (Mac Allister y Hurtado), Coudet enviaba a la cancha a Mauricio
Martínez y a Orban, pero Racing siempre
supo lo que tenía que hacer en el campo de juego y por eso no solo ganó en el resultado, también ganó en el duelo mental.
Fue una victoria importantísima
que no solo trasciende por ganarle al puntero en su casa y acercársele en la
tabla, sino porque para Coudet y el plantel, es un incentivo que ayuda a que sus
mentes vean todo más claro y suma confianza para seguir creciendo, porque se
van a sentir mejor con ellos mismos.
Racing sin ser
brillante ha mejorado en algunos aspectos del juego, si bien no llega a ser
aquel equipo sólido e intenso, viene recuperando el nivel de
varios jugadores, como
Gabriel Arias, Domínguez en una posición que no debería dejar, Sigali y Donatti, Zaracho, que hoy apareció con más frecuencia en el área y llegó al gol, Lisandro López, que sigue confirmando que es no solo un gran capitán, sino también un jugador de excelencia y por ultimo a este Cristaldo que comenzó a darle a la ofensiva otra agresividad, gestando y asistiendo además de gran manera en la jugada del gol.
Gabriel Arias, Domínguez en una posición que no debería dejar, Sigali y Donatti, Zaracho, que hoy apareció con más frecuencia en el área y llegó al gol, Lisandro López, que sigue confirmando que es no solo un gran capitán, sino también un jugador de excelencia y por ultimo a este Cristaldo que comenzó a darle a la ofensiva otra agresividad, gestando y asistiendo además de gran manera en la jugada del gol.
Aunque también es
cierto que todavía deben hacerlo Díaz, quien por momentos parece reencontrarse
con el “otro yo” que nos deslumbraba, pero a veces arriesga mucho y le da
chances al rival, Montoya que por ahora tiene más lucha que juego y Matías
Rojas, si bien jugó su mejor partido, debe ser mas influyente.
Pillud cumplió una
tarea aceptable y Soto no estuvo a la altura del partido anterior ya que nunca pudo con Villa, pero ambos son como inestables en su rendimiento, aunque desbordan entusiasmo
y a pesar de cometer errores siempre se muestran para ser salida.
Algo ha cambiado en Coudet y es la estrategia, que me da la sensación, como ya lo he
comentado en otras oportunidades, que nace después de ese par de partidos que
Racing perdió en una semana (Colón y Sarmiento de Resistencia, Chaco) que nos
dejaron afuera de la Libertadores y de la Copa Argentina.
Ya no estoy tan seguro
que volvamos a ver en algún momento, aquel equipo que se llevaba a los rivales
por delante y nos deslumbraba, hace rato que es más pensante, más frio, que si
bien trata de ser protagonista desde la tenencia del balón, cuando se pone en
ventaja ya no sigue buscando a lo loco una mayor diferencia (quizás eso suceda
solo de local), más bien es como que entrega la pelota y se cierra cerca
de su área, situación que confirma incluso con los cambios, esperando encontrar
espacios para el contragolpe.
Es tiempo de ir
por más y si bien el equipo no es una maravilla, desde lo anímico están dadas
las condiciones para pegar el gran salto y prendernos definitivamente en la
cima de la tabla.
Hasta pronto.