Después de nuestros vecinos, el rival a ganar es Boca y pensé, que con el
gran envión anímico que significó ganarle al rojo, jugando además un gran
partido, todo iba a ser distinto.
Pero no, parecía que a los hinchas nos hubieran introducido en una máquina
del tiempo, la que nos llevó a un pasado donde el equipo deambulaba por el
campo de juego.
Fue realmente triste ver a un Racing que le daba a Boca todas las ventajas
posibles, perdiendo pelotas fácilmente, saliendo a marcar de uno, sin orden en
la zona central, donde Gago jugaba como en el patio de su casa y triangulaba a su antojo con Tevez y Pérez,
mientras nuestros jugadores, salvo Lisandro López parecía que seguían
festejando el triunfo ante Independiente.
Solo recordemos el primer gol donde el 5 de Boca recibe en la puerta del
área y habilita a Fabra de manera certera, pero con una libertad y una displicencia
que creo no se da ni en un entrenamiento.
Había desde el círculo central hasta el área de Racing un corredor de libre
tránsito para los volantes boquenses, sumándole los desbordes por los
laterales, sobre todo por la zona de Insúa, quien al igual que sus compañeros
de línea tuvo un partido flojísimo.
No podía creer lo que veían mis ojos porque la desorientación parecía la de
un equipo que venía de una derrota ante su clásico rival, aunque era todo lo
contrario.
La segunda parte comenzó de la peor manera ya que a los 2 minutos Boca
consigue el tercer gol ( otra vez el hermano de la Pantera ), pero por suerte
Lisandro, siempre el Licha, puso después de un buen pase de Romero, las cosas
como habían terminado en la primera etapa, es decir estábamos a dos goles de
diferencia.
Boca generaba menos pero en cada contragolpe se veía lo mal que marcaba
Racing y que podían llegar nuevos goles, pero hoy Orión ( que seguramente habrá
tenido sensaciones emocionalmente fuertes) respondió con gran nivel, sino otro
hubiera sido el resultado.
De pronto tiro libre para Racing, Bou ejecuta de buena forma exigiendo a
Zara y su rebote lo recibe Licha, el
único que juega con los ojos bien abiertos y logra descontar nuevamente.
Sin jugar bien estábamos ahí, a un gol y al Melli ya no le gustaba nada,
pero dábamos demasiadas ventajas en defensa y en nueva ataja de Orión en un
mano a mano, Tevez cuerpea a un increíble e inocente “Sanchez” para ganar la pelota y
luego volver a desairarlo, definiendo después como los que saben.
Ya era tarde para soñar con la ilusión del empate, que por supuesto no
merecíamos de ninguna manera, porque lo de hoy deja muy claro que Racing
transita en la inestabilidad como equipo, porque todavía no está muy claro a lo
que juega, porque carece de conducción dentro del equipo ( Romero sigue
demostrando que es un jugador hábil, pero no es conductor) y porque esencialmente no reúne jugadores que
interpreten la misma partitura.
Su irregularidad es el elemento central, porque es un equipo sin
juego, sin ideas claras, es todo esfuerzo, todo individualismo, por eso cada
partido no tiene nada que ver con el otro, para bien o para mal en cada fin de
semana exhibe algo inesperado, como el de hoy con lo mostrado el domingo pasado
y eso naturalmente desalienta y desorienta.
Siempre surgen dudas y sombras cuando se ve una performance como la de hoy
en la primera etapa, donde los errores parecían de los que habitualmente se ven
en equipos de menor categoría o en chicos que debutan, tanto en la marca como con
la pelota en los pies, pero tanto en defensa como en su volantes, donde el
único que parecía que podía pararla y poner un
pase era Romero, que se pasó los primeros 45 minutos marcando al lado de
Insúa y donde siempre le ganaban la espalda dado que no solo no sabe hacerlo y hacer
lo que no se siente desgasta mental y físicamente.
En los segundos 45 con el cambio de Guisao se intentó además de tener más
llegada, frenar la subida de Fabra y con Romerito en el centro del campo se
buscó estar más cerca de los delanteros y allí pudo meter alguna asistencia como
en primer gol como también probar al arco, algo que debería hacer más seguido
por su buena pegada, pero me sigue preocupando su pronto cansancio, lo que lo
perjudica en su lucidez y le hace perder claridad.
Adelante hubo más participación pero solo se rescataba la jerarquía de
López porque nuestro Bou anduvo con pocas luces.
Si queremos alivianar las críticas, podríamos decir que el segundo tiempo
fue por lo menos un poco más digno para un equipo que se supone tiene otras pretensiones, pero que la realidad muestra otra cosa, no tanto en los números que dentro de
todo, nos permite seguir entreverados en el pelotón de arriba.
Creo que el fin de año nos dará una señal más certera de lo que quiere la conducción
técnica del equipo cuando en ese libro de pases mínimo, decida en qué posiciones y que nombres, serán los que
vendrán a reforzar a este plantel para encarar la parte final y decisiva del
campeonato, tratando de darle una idea futbolística que hace tiempo está en
falta.
Hasta pronto.