viernes, 8 de mayo de 2015

El gol del empate cambió la mueca que nos dejó el equipo.


En la fría tarde-noche de Montevideo, Racing tuvo frente a  Wanderes  un primer tiempo donde después de los primeros 20 minutos le faltó decisión para atacar al conjunto uruguayo que mostraba cierta debilidad en su defensa.
Eso le privó a Racing de tener más oportunidades de gol, cosa que recién logró en los últimos minutos de esa primera etapa, cuando tanto Cerro como Acuña acompañaron más a Bou y Milito.
En defensa, Saja no tuvo muchos problemas y estuvo muy acertado al tapar el disparo de Bellini a los 41 minutos, mientras que lo mejor de la línea de fondo se vio sobre la zona izquierda, donde estuvo muy bien Grimi, pero se lució Sánchez – muy sólido- quien controló bien al ” lungo” Bellini y que además se ligó una inmerecida amarilla.  Caso contrario sucedió con la zona derecha donde Rodríguez lo tuvo a maltraer a Pillud, mientras que a Alvarado se lo vió un poco inseguro.
En el medio, un buen partido de Cerro, con un Videla al que lo vi más lento que otras veces.
Por los costados el día y la noche. Mientras Acuña realizó una buena tarea, Romero fue su contrapartida, sin peso alguno y sin entrar demasiado juego, llamaba a gritos su cambio.
Adelante poco de Milito y algún destello de Bou.
La segunda parte comenzó sin cambios, pero con una llamativa flojedad en el juego, sobre todo cuando a los 9 minutos Pillud de mal partido vuelve a fallar (se lo notó sin reacción ) y de allí arranca la jugada que termina con el gol de Wanderes.
Golpe anímico para un Racing que no tenía respuestas fundamentalmente en la ofensiva.
Y lo sintió, porque después de ese gol lo que se vió de nuestra querida Academia fue muy malo,  totalmente desdibujado, sin ideas y con cierto desorden, algo  que me llamó la atención.
Con las líneas muy separadas entre sí ante un rival que no juega mal, pero que daba ventajas.
Realmente flojo el equipo que intentó con los cambios ( Nagüel por Romero y Brian Fernández por Milito) cambiar su imagen pero no fue mucho lo que se logró frente a un rival que serenamente manejaba el partido.
De cualquier forma Racing seguía apostando a los pelotazos que no tenían ningún destinatario claro, con un Bou que tuvo uno de sus peores partidos y con Acuña que bajó su rendimiento del primer tiempo y donde ya sin fuerzas hasta para los tiros libres que no podía levantar.
Pero faltando 3 minutos Bou recibe sobre la derecha, engancha y su centro le llega a Fernández en el centro del área quien convierte de cabeza, un jugador a quien hemos criticado mucho por los goles que erra, pero al que le hemos reconocido siempre que es el que le pone un poco de pimienta al ataque cada vez que juega o le toca entrar.
El gol del empate cambió la mueca que nos dejó el equipo porque trajo alivio, alegría y tranquilidad y además se lograba de alguna manera lo que se fue a buscar, pero que el árbol no nos impida ver el bosque.
Una cosa es el gol, que le da a Racing la ventaja del gol de visitante y otra cosa son los desaciertos que el equipo mostró, especialmente en el segundo tiempo, donde se lo vio casi como resignado, quizás consecuencia de la presión y la responsabilidad que invaden a  muchos de estos jugadores el estar jugando esta copa tan importante.
Más que un logro fue un milagro que nos permite ilusionarnos esperando que en el Cilindro además de ganar el equipo pueda volver a  dar aquella imagen de solidez y seguridad con la que se consagró campeón.