El equipo
de Racing venía sufriendo un extraño mal que le ocasionó entre otras cosas una “diarrea”
tal, que no lo dejaba levantarse del
inodoro, aparentemente culpa de una rara bacteria que se introdujo en su cuerpo
al comienzo del torneo y que fue destruyendo día tras día, todas sus defensas físicas
y anímicas.
Varios expertos
pasaron y aplicaron sus fórmulas para sacarlo de esta afección que lo iba
deteriorando, pero no pudieron recuperarlo ya que su cuerpo no reaccionaba ante
sus métodos, quizás porque no descubrieron cual era el germen que lo afectaba ,
porque no pudieron dar con la receta adecuada o porque ese débil cuerpo no
ponía nada de sí para salir del problema.
Mostaza
Merlo con sus sistemas para momentos difíciles, esos que ya había utilizado
hace unos años en circunstancias parecidas, fue buscado de urgencia para encontrarle
la vuelta a este inconveniente que parecía no tener fin, porque había riesgo de
que la infección llegara a una septicemia, un proceso de gravedad extrema.
Con su
fe intacta, su constancia y sus mínimas palabras expresadas entre balbuceos,
comenzó a estudiar la situación y alguna reacción nos hizo imaginar que estaba
bien orientado, pero hubo una recaída y la tristeza volvió a nuestros
corazones.
Sin
embargo este hombre que habla poco seguía confiando en su trabajo, siguió al
lado de este “desahuciado” equipo probando fórmulas y preparados que llamaban
la atención a propios y extraños hasta que llegó el día en que sorprendió a todos.
Cuando
el enfermo en cuestión quiso levantarse del inodoro y caminar, su flaqueza y su
debilidad lo hicieron trastabillar y tambaleando volvió a sentarse en su
inseparable inodoro que estaba detrás suyo.
Después
de un breve descanso y escuchando atentamente a Mostaza, sintió que los colores
comenzaron le volvían a su cara y que su cuerpo volvió a tomar energía, lo que
le dio confianza para levantarse y abandonar ese lugar del cual no podía salir.
Y entonces
lo intentó y pudo dar pasos más seguros logrando lo que no había podido
alcanzar durante desde hacía tres meses.
Sí, la
diarrea se había detenido y por fin Racing pudo sacar el culo del
inodoro.
Pero
esto es el principio de una aparente solución a la que hay que seguir
controlando para que no haya un abandono de este tratamiento, creyendo que ya
todo pasó y que la bacteria abandonó el cuerpo.
Seguramente
hace falta tiempo para que la fuerza física y anímica vuelva a recuperarse
plenamente, por eso hay que ir sobre seguro para no tener recaídas que
puedan llevarnos nuevamente a sufrir consecuencias más graves y que directamente
no tengan salida alguna.
Pero
este hecho me trajo esperanza y como tengo mucho amor y mucha pasión por este
enfermo llamado Racing, digo que hoy estoy feliz y después de mucho tiempo pude
volver a sonreír, sonrisa que espero pueda mantener por muchos fines de semana.
Hasta
pronto.