Homenaje al “payaso” que le dio vida a un "circo" que estaba casi muerto.
Gracias Luguercio.
Ojalá que le vaya muy bien en el Barcelona de Ecuador.
No se convirtió en ídolo de la hinchada de Racing por casualidad.
Lo logró porque se entregó al club, al equipo y a la hinchada en cuerpo y alma y eso permitió que sus compañeros y los hinchas nos contagiáramos de su esfuerzo y de esa lucha en cada partido, demostrándole a todos que todavía existía un hilo de vida para escaparle a la muerte fubolística.
Porque si Racing se hubiera descendido nuevamente, habríamos pagado un precio muy alto y nos habría depositado en un pozo muy profundo del cual quizás no hubiéramos salido fácilmente.
Que también Caruso tuvo su mérito es cierto, pero este hombre se puso el equipo al hombro cuando todo estaba perdido y demostró para afrontar esos lamentables momentos, una guapeza y entereza envidiable que –por lo menos en mi caso- me hacía sentir orgulloso de verlo jugar en mi querido Racing.
Por eso quiero rendirle este modesto homenaje al “payaso” que le dio vida a un "circo" que estaba casi muerto.
Nuevamente gracias Pablo Ariel Luguercio.
Hasta pronto.