Es cierto que minutos antes había ganado Vélez.
Es cierto que anímicamente podía sentirse afectado.
Es cierto que Boca tuvo su mérito y contó con jugadores de jerarquía que además de jugar bien no perdonan cuando tienen sus oportunidades.
Pero también es cierto que Racing, sintió que sus mejores referencias no tuvieran el peso necesario para “encarar” el partido como si fuera una final.
Pero eso no fue casualidad. Fueron varias las causas que determinaron que el equipo no pudiera mostrar su mejor imagen.
Comenzando por el especial escenario que es la “Bombonera” que siempre influye emocionalmente, sobre todo en los "pibes" de la Academia, pero donde los mayores también parece lo sintieron y continuando con un equipo local que impuso su presencia y "su propia ley", esa que señala que tiene “licencia para golpear”, aún a pesar de de que fueran amonestados tres de sus cuatro defensores y contando después con la mirada pasiva de un árbitro que fue determinante en decisiones puntuales.
Eso logró que los tres chicos de adelante “sintieran” el partido, haciéndoles pensar más en los golpes que iban a recibir que en el juego, lo que les quitó concentración y precisión cuando tenían la pelota.
Por eso Fariña fue una sombra del partido pasado y quiso con embarullado y confundido juego hacerle frente a la adversidad al igual que Centurión, que fue golpeado rápidamente y salvo la jugada del penal -no cobrado- y la que finaliza en gol de Hauche, su juego no tuvo claridad y finalizó en la mayoría de las jugadas chocando permanentemente.
Vietto fue también víctima de los defensores pero nunca recibió una pelota clara aunque hay que admitir que trató de buscar aún en soledad y un cabezazo suyo pego en el palo cerca del final del partido, pero perdía en el roce físico, en el cuerpo a cuerpo.
Lo de Villar fue muy flojo, al igual que Zucculini y Pelletieri –este último con más empeño y más metido en el partido- ya que no podían encontrar a los volantes de Boca, sobre todo en el primer tiempo.
Atrás no estuvieron seguros y también por momentos sus caras a través de la Tele los mostraba como desorientados, pero hubo alguien que me llamó la atención: Saja. No atinó a nada en los tres goles. Algo raro en él. Solo miró, -lo cual no induce a pensar nada malo-, pero lo sentí realmente extraño.
La entrada de Camoranessi mejoró un poco el juego – por lo menos Racing pudo tener alguna chance- pero Boca estaba en su salsa que era dejar que Racing se desordenara y contraatacarlo. Bien Hauche en su entrada, además del gol.
Y Perez Guedes no desentonó en el poco tiempo que jugó. Quizás haya que verlo más tiempo.
Creo que los cambios debieron hacerse desde el comienzo del segundo tiempo, porque Racing no tenía reacción y la pelota en los pies de Pelletieri, Zucculini, Pillud y/o Corvalán, ya sabemos como termina.
Racing evidentemente no jugó para nada bien pero fue un equipo golpeado en lo fisico y en lo anímico, lo que lo debilitó de tal manera que le hizo perder algo muy importante: la actitud para encarar partidos como este, muy parecidos a una final.
Evidentemente todavía estamos lejos de conseguir una estructura de equipo bien fortalecida que le permita imponer su personalidad como tal, en todos las canchas.
Pero Racing debe olvidar rápidamente este partido y concentrarse en los próximos dos para tratar de sumar la mayor cantidad de puntos que era el objetivo principal de este torneo.
Además debe respaldar y recuperar rápidamente a los chicos para que no se sientan responsables de esta derrota, porque en realidad lo fueron todos.
Hasta pronto.
Es cierto que anímicamente podía sentirse afectado.
Es cierto que Boca tuvo su mérito y contó con jugadores de jerarquía que además de jugar bien no perdonan cuando tienen sus oportunidades.
Pero también es cierto que Racing, sintió que sus mejores referencias no tuvieran el peso necesario para “encarar” el partido como si fuera una final.
Pero eso no fue casualidad. Fueron varias las causas que determinaron que el equipo no pudiera mostrar su mejor imagen.
Comenzando por el especial escenario que es la “Bombonera” que siempre influye emocionalmente, sobre todo en los "pibes" de la Academia, pero donde los mayores también parece lo sintieron y continuando con un equipo local que impuso su presencia y "su propia ley", esa que señala que tiene “licencia para golpear”, aún a pesar de de que fueran amonestados tres de sus cuatro defensores y contando después con la mirada pasiva de un árbitro que fue determinante en decisiones puntuales.
Eso logró que los tres chicos de adelante “sintieran” el partido, haciéndoles pensar más en los golpes que iban a recibir que en el juego, lo que les quitó concentración y precisión cuando tenían la pelota.
Por eso Fariña fue una sombra del partido pasado y quiso con embarullado y confundido juego hacerle frente a la adversidad al igual que Centurión, que fue golpeado rápidamente y salvo la jugada del penal -no cobrado- y la que finaliza en gol de Hauche, su juego no tuvo claridad y finalizó en la mayoría de las jugadas chocando permanentemente.
Vietto fue también víctima de los defensores pero nunca recibió una pelota clara aunque hay que admitir que trató de buscar aún en soledad y un cabezazo suyo pego en el palo cerca del final del partido, pero perdía en el roce físico, en el cuerpo a cuerpo.
Lo de Villar fue muy flojo, al igual que Zucculini y Pelletieri –este último con más empeño y más metido en el partido- ya que no podían encontrar a los volantes de Boca, sobre todo en el primer tiempo.
Atrás no estuvieron seguros y también por momentos sus caras a través de la Tele los mostraba como desorientados, pero hubo alguien que me llamó la atención: Saja. No atinó a nada en los tres goles. Algo raro en él. Solo miró, -lo cual no induce a pensar nada malo-, pero lo sentí realmente extraño.
La entrada de Camoranessi mejoró un poco el juego – por lo menos Racing pudo tener alguna chance- pero Boca estaba en su salsa que era dejar que Racing se desordenara y contraatacarlo. Bien Hauche en su entrada, además del gol.
Y Perez Guedes no desentonó en el poco tiempo que jugó. Quizás haya que verlo más tiempo.
Creo que los cambios debieron hacerse desde el comienzo del segundo tiempo, porque Racing no tenía reacción y la pelota en los pies de Pelletieri, Zucculini, Pillud y/o Corvalán, ya sabemos como termina.
Racing evidentemente no jugó para nada bien pero fue un equipo golpeado en lo fisico y en lo anímico, lo que lo debilitó de tal manera que le hizo perder algo muy importante: la actitud para encarar partidos como este, muy parecidos a una final.
Evidentemente todavía estamos lejos de conseguir una estructura de equipo bien fortalecida que le permita imponer su personalidad como tal, en todos las canchas.
Pero Racing debe olvidar rápidamente este partido y concentrarse en los próximos dos para tratar de sumar la mayor cantidad de puntos que era el objetivo principal de este torneo.
Además debe respaldar y recuperar rápidamente a los chicos para que no se sientan responsables de esta derrota, porque en realidad lo fueron todos.
Hasta pronto.